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Poco después de que se despertara en la playa y hubiera conocido a sus dos anfitriones en La Gruta de La Ballena Blanca, Mizu todavía se sentía un poco débil del viaje. La abuela Tortuga le pide que den un breve paseo para que ubique los puntos más importantes del terreno, y encuentren un lugar en particular que sería un buen inicio para comer.

La Ensenada Secreta

A unos 30 metros de la gruta había una pequeña ensenada muy escondida por una abundante vegetación, era necesario conocer el paso abierto entre tantas palmeras y plantas para poder acceder sin perderse, casi se formaba un pequeño laberinto. Por lo mismo ningún humano la había pisado nunca. Era una playa virgen y muy bonita.

En la orilla donde rompían las olas que poco a poco se alejaban en la bajamar del día, se iban descubriendo los refugios de algunos animales cuyos respiraderos quedaban a la vista. Esa era la oportunidad que muchos pájaros aprovechaban para comer y en cuanto vió el panorama, Mizu intercambia una mirada con su tutora preguntando – ¿puedo pescar algo abuela?

Al recibir una respuesta afirmativa, se lanza a sacar aquellos moluscos en forma de pepinos que estaban a la mano y que resultaron deliciosos como desayuno. Salados, de suave cuerpo y textura fácil de comer. Casi los podía tragar completos por que no eran muy grandes y se zampó más de una docena en apenas unos minutos.

Con la panza llena se acerca a la gran tortuga que la estaba esperando, se sentía satisfecha y muy relajada. El cansancio del viaje se hizo patente. Su tutora entiende y la conduce de regreso a la bahía del delta donde se unen el Brunin y el precioso mar turquesa, necesitaba descansar un poco y al parecer la gruta iba a ser un buen refugio para su cubil.

El Cubil

Al volver a ver a Chois, se alegró de no tener apetito pues se veía que el tipo de animal que era podía ser delicioso. Olía a mar y hoy había aprendido que su sabor podría ser muy delicado.

Nunca había estado en un lugar como ese, y las sensaciones de todo lo que le rodeaba era muy novedosas. El aire era tibio, fragante y predominaba el salobre olor del mar.

Caminar en la suave arena era agradable, pero demandaba más energía que hacerlo sobre hierba o campo abierto. Hasta la luz del día era más brillante de alguna manera.

-Gran Obah, ya está listo el cubil en la gruta como pediste. ¿deseas que guíe a la princesa a donde está? Pregunta Chois

-Sí, hay que preparar el encuentro que programamos. Mizu, sigue a Chois y descansa, más tarde yo iré a despertarte.

 Mizu asiente con la cabeza y va detrás del ayudante de su tutora con mucho alivio. Ya casi no puede permanecer despierta.  Chois la lleva por la playa hasta la boca de la gruta, entran y el ambiente está en penumbra.

Se siente más fresco que afuera por la sombra y por una corriente suave de aire que circula desde el fondo de la gruta. Ese aire trae olores de la montaña, lo que es muy curioso para Mizu.

En lo que sería el centro del cuerpo de la ballena hay un pequeño brote de agua dulce que nace de unas rocas que hacen una suave cascada, Mizu se alegra al no oler sal dentro de esa agua tan limpia y bebe hasta sentirse satisfecha.

Al terminar busca nuevamente a su guía, un poco ansiosa de poderse tumbar en algo más suave que las rocas del afluente.

Chois está a su derecha. Detrás de la langosta azul se ve una superficie cubierta de delgadas fibras de coco que recordaban a la paja y encima superpuestos unos lienzos entramados con curiosas manchas de colores que parecían flores, su textura parece muy suave.

Todo esto se ve cómodo y esponjoso, y Mizu no duda en subirse, oler un poco y dar un par de vueltas hasta encontrar el lugar perfecto, para tumbarse con gracia en esa cama tan confortable y cerrar los ojos.

-Gracias Chois, es muy cómodo.

Después de decir esto, se sumerge en el mundo de los sueños.

La pesadilla

Chois se aleja silencioso. Estuvo un poco nervioso todo el camino por que podía sentir que Mizu había pensado en él como un buen bocadillo y el estar solo con ella no le había parecido muy seguro, pero después de un rato se dio cuenta que ella no iba a comérselo, y pudo bajar un poco la guardia. Su labor ahora era ayudar a la Gran Obah en la ceremonia de bienvenida que estaba programada.

Al salir de la gruta hace un gesto agitando arriba y abajo su tenaza, y una gaviota baja para ponerse frente a él. Chois le indica a la gaviota su misión de guardia.

-Ya sabes, vigila con cuidado la entrada de la gruta y avísame si algo pasa antes de que yo o la Gran Obah regresemos por la novicia.

Diciendo esto, se alejan los dos, uno a la playa y el otro a una saliente en la entrada de la gruta.

En el cubil de la gruta Mizu duerme profundamente, y se encontró en sus sueños con su hermano en la pradera del Gran Sabio. Al verlo sentado frente al durazno, rodeado de las flores rosadas que caían de las ramas se sintió muy contenta. 

Corre a su encuentro pero de repente, del suelo se levanta una cortina de fuego y luego unas barras de metal caen desde arriba rápidamente, rodeando a Kah mientras nubes de humo lo rodean. Ya no puede verlo, y se angustia mientras lo llama a gritos.

-Kah! Kah! ¿Dónde estás?

Un aullido lastimero se escucha y Mizu se despierta de golpe muy inquieta. Le toma un momento ubicar donde se encuentra. Su corazón late desbocado en su pecho, su respiración es agitada.

El símbolo secreto

Al recordar dónde está y cómo ha llegado entiende que estaba soñando. Esto le provoca sentimientos encontrados, por un lado, le alivia saber que Kah no estaba en medio del fuego, atrapado por barras de metal. Por otro lado, tomar conciencia de su ausencia le hace extrañarlo mucho.

Suspira profundamente y consigue regularizar su respiración, su corazón baja el ritmo y se va calmando mientras mira curiosa la caverna. Unos rayos de luz entran desde un hueco en el muro rocoso que estaba detrás de su cama y dan de lleno en la pequeña cascada de donde tomó agua antes de su siesta.

Esto hace que la luz rebote y se refracte en múltiples arcoiris que parecen bailar un momento antes de desaparecer con el fluir de los cristalinos riachuelos y brincos de la corriente que rebotaban en las rocas.

Es un espectáculo muy bonito, y se distrae mirándolo mientras el sol baja más en el cielo, en el atardecer. Muy pronto el ángulo de la luz cambia, los arcoiris se desvanecen de golpe. Entonces la gruta se pinta de tonos rojizos, rosáceos y violetas.

En la pared contraria de la gruta a donde está el hueco por donde entra la luz se dibujan siluetas cambiantes de sombras con esos rayos del crepúsculo al correr por los bordes de las rocas calizas.

Entonces Mizu se da cuenta que hay una forma grabada en la roca. Tres espirales que giran hacia el mismo lado forman un triángulo. Es un bonito símbolo, aunque Mizu de momento no sabe lo que representa intuye que será algo importante en su visita a la gruta.

Grabado en la roca

–Le preguntaré a la abuela que significa… piensa en voz alta.

-Ya lo sabrás, Mizu. Por el momento ven conmigo a la playa para que hablemos un poco.

Mizu se sobresalta y brinca al escuchar a su tutora detrás de ella, estaba tan absorta en las luces del atardecer que no se percató de que la tortuga ya estaba en la gruta.

El puerto cercano

–¡Abuela! ¡Ahí estás! Qué susto me has dado…

-La gran tortuga se ríe un poco y empieza a caminar para salir de la gruta.

– ¿Te ha gustado tu cubil ? ¿Has descansado bien? Le pregunta

– Si, gracias. Está muy bien. Me he despertado con un sueño desagradable, pero me siento descansada. ¡Creo que dormí mucho tiempo, ya oscureció!

-Has dormido lo necesario para reponerte, eso es lo importante. Luego me contarás qué has soñado, hablar de los sueños es una buena manera de entenderlos.

Ya han llegado a la playa. Al caer la noche se va oscureciendo poco a poco y empiezan a verse los brillos azules de las algas que tienen bioluminiscencia, en la orilla del mar van y vienen con las olas.

La playa vibra con el canto de los pájaros y los insectos que despiden al sol con su ruidoso adiós, y las olas han subido ya con la pleamar. El brillo de la luna le da a todo un aire platinado. Poco a poco cae el silencio, y solo quedan algunos saltamontes cantando por aquí y por allá, llamándose unos a otros.

-Realmente es un bello lugar… piensa en voz alta Mizu, que empieza a poner atención a su entorno. A su nariz llegan aromas muy nuevos, peces y aves además de mariscos y crustáceos. Flores de intenso aroma perfuman el entorno, árboles con frutos jugosos y de un intenso olor dulce.

 Más allá de la gruta y de la ensenada donde comiera antes, hay un puerto de seres humanos. Podía oler el humo de sus fuegos y el agua maloliente que derramaban en el mar de forma tan descuidada.

Podía olerlos a ellos, a sus críos, a sus mascotas, a sus barcos pesqueros, a sus olores tan desagradables y poco naturales de las sustancias que hacían para cosas inexplicables para ella. Olían a miedo, a sangre, a odio, a podrido, a desequilibrio.

Entendió lo poco afines que eran a su mundo y a la vez vislumbra que eran capaces de sentimientos puros y de un gran corazón pero lo han olvidado. Esa certeza la hizo entristecerse por ellos.

Humanos. Tan lejos del respeto a la naturaleza. Tan solitarios, pues no hacían comunidad con los demás grupos de seres vivos con los que podrían convivir.

La Gran Obah

La abuela tortuga se enternece al comprobar la nobleza de los sentimientos de su pequeña aprendiz. podía entenderla solo de estar cerca de ella.

Tenía una alta capacidad de empatía y una gran sensibilidad, que se afinó con los años de vivir y leer las corrientes del agua y los seres vivos que en ella vivían o que dependían de ella para su subsistencia.

El ir perdiendo la vista le había dado otras capacidades muy útiles. Sentir a otras criaturas y a la naturaleza a su alrededor pasó de una habilidad de supervivencia a una herramienta de su labor.

Ella cuidaba y entendía a aquellos que eran enemigos naturales, y podía canalizar sus mensajes para hacerlos llegar al correcto receptor, de tal manera que todos pudiesen entenderse y comunicarse entre sí por muy distintos que fuesen, o entenderse mejor a sí mismos.

También podía leer en las corrientes lo que ya se había vivido y lo que podría pasar, con el fluir de la marea iba y venía el pasado y el futuro. Eso hacía que muchas criaturas viniesen a consultarla para tomar decisiones con más certeza gracias a su visión.

Guardaba en su memoria el conocimiento de muchos Clanes, y hacía uso del mismo para ayudarlos si era necesario, con la sabiduría de sus ancestros. El ser tan longeva le daba ventajas

La Abuela Tortuga, la Gran Obah, también era conocida como El Oráculo del Mar. Entre sus obligaciones autoimpuestas debía preparar y entrenar a todos los que tuviesen el poder elemental del agua.

El pequeño visitante

Chois, la inquieta criatura es su ayudante y gran amigo, también es representante del Clan de las Langostas. Presuroso llega a la playa a darle un reporte a la Tortuga.

– Gran Obah, Los cangrejos ermitaños han mandado a un miembro de su clan para pedir la palabra, ¿lo va a atender o lo despido para después?

– Esto es excelente, Chois. Déjalo acercarse, lo veré ahora. -Responde la tortuga-.

Mientras Chois se aleja corriendo con sus diez patas a cumplir su trabajo, la abuela le da una indicación a Mizu.

-Ven, pequeña, siéntate a mi derecha. Quiero que te concentres en sentir y entender a este visitante. Entra en su caparazón con tus sentidos y cuando se vaya me dirás todo lo que has sentido, te haré preguntas para saber hasta dónde pudiste sumergirte en él. Pero no hables, ni con él ni conmigo mientras esté aquí.

-Sí Abuela.

Responde Mizu mientras se sienta donde le han pedido y se prepara.

En ese momento llegan Chois y un diminuto cangrejo, nervioso. No es más alto que las patas de Chois, con todo y su moteado caparazón multicolor.

-Saludos Gran Obah! Mi nombre es Shiam y necesito pedir a nombre de mi clan una excepción para la ceremonia. Si nos lo permites, nos quedaremos en nuestro territorio. (Su voz era similar a la de Chois, pero mas aguda, y más suave).

-Bienvenido y entiendo tu solicitud Shiam. No es necesario que vengan. Puedes regresar tranquilo a tu territorio, y te deseo bienestar para ti y tu clan. Responde la Abuela Tortuga.

-Un océano de gracias Gran Obah. Bienestar también para ti y para la sagrada gruta de la Ballena Blanca, Con tu permiso, me retiro.

Diciendo esto, el pequeño cangrejo hace una reverencia rápida pero con mucha gracia y elegancia. Se da vuelta y se retira rápidamente por donde ha venido.

Un par de segundos después, la tortuga se gira hacia la silenciosa cachorra a su derecha.

-¿Y bien? ¿qué has visto de este pequeño visitante?

-Estaba muy preocupado, abuela. En su corazón estaba muy afligido y deseaba ayuda y consuelo, pero una barrera de orgullo no le permite pedirlo.

Me recordó en eso a mi hermano. Yo tenía que encontrar pretextos para ayudarlo, y para darle cariño cuando lo necesitaba. Nunca lo pediría abiertamente. Responde Mizu.

-¡Muy bien! ¿Pudiste ver algo más? Pregunta la tortuga.

-Hmmm, si, en sus patas y sus tenazas hay debilidad, no sólo es cansancio. Algo externo las está afectando. Algo sucio y aceitoso. Responde la aprendiz.

-Si, pequeña pero todo eso que me dijiste es superficial. Te hace falta profundizar más, cierra tus ojos y escúchame.

La abuela empieza a describir sus impresiones.

-Yo pude ver que él es el líder y curandero de su clan, y ha estado trabajando mucho porque muy cerca de su territorio los humanos pusieron una salida de ese aceite sucio que pudiste notar.

-Eso provocó que algunos miembros de su clan se envenenaran por no fijarse y comer ese aceite que estaba cubriendo a las pequeñas presas que son su alimento.

 -Ahora necesitan mudarse para alejar a su clan de ese veneno, y tienen mucho trabajo. Por eso no pueden venir. Y aunque les vendría bien una mano, sabe que habrá una ceremonia, y no desea arruinarles a otros esta noche.

-No solo era orgullo, era cortesía de un líder de Clan a otros clanes. También pude ver que está muy triste, pues algunos miembros de su clan que murieron eran muy importantes para él.

 La gran tortuga hace una pequeña pausa y continúa con un poco de tristeza en su voz.

-Además de todo esto, la debilidad que viste en sus patas le hizo muy incómodo, hasta doloroso el venir hasta acá a vernos. Él sabe que yo podría haber visto todo y saber el motivo de su ausencia, pero no dejó de cumplir su deber al avisarme directamente.

-También quería verte, para poder describirte luego a su Clan. Recuerda que no van a poder venir a la ceremonia y todos tienen curiosidad de conocerte.

Conforme la abuela tortuga le daba todos estos detalles a Mizu, ella iba viendo en su mente las imágenes de Shiam y del Clan de los Cangrejos Ermitaños que le estaba describiendo, como si ella estuviera en su territorio.

Entonces se dio cuenta de que su tutora le estaba mandando esas visiones, y se asombró muchísimo. ¡Podría ser que sus ojos no le sirvieran ya, pero a cambio veía todo con mucha más precisión que ella!

-¡Es increíble Abuela! ¿Cómo puedo ver todas esas cosas igual que tú? ¿Cómo me puedes dar esas imágenes en mi cabeza tan claramente? Enséñame por favor…

La asombrada Mizu brinca de entusiasmo delante de la enorme tortuga, no puede esperar para poder aprender la visión tan profunda y detallada que su tutora acaba de mostrarle. ¡Junto a ella, sus propias cualidades de percepción eran muy básicas!

-Me alegra mucho que tengas tantos deseos de aprender, pequeña. Pero solo quise aprovechar la visita de Shiam para mostrarte lo que eres capaz de conseguir con práctica.

El Ritual de iniciación

-Ahora es tiempo para celebrar tu llegada, y tu ritual de iniciación. Chois, ¿conseguiste lo que te pedí?

-Si gran Obah. –Responde la langosta- – Está en la roca plana del rompiente , donde me pediste que lo pusiera.

-Siempre tan eficiente, Chois. Vamos pequeña, la luna está subiendo y casi es hora.

La tortuga se dirige hacia una saliente rocosa en la playa que entra a mar abierto. Es una roca porosa y pulida por las olas, producto de una antigua erupción de la montaña sagrada.

Al final del saliente hay una curiosa roca grande y plana donde las gaviotas y otras aves marinas acostumbran posarse para descansar durante el día, entre sus sesiones de pesca. También la usan a veces otros animales, como ahora la va a usar Mizu y Chois.

Al pié del saliente, la abuela tortuga se detiene.

-Princesa Mizu, Portadora del Agua y Novicia del templo de Vusin. Sumerge tu cuerpo en las olas del mar, purifícate y cúbrete de sal.

Esta vez la voz da su tutora es seria, solemne. Mizu entiende la formalidad del momento y responde.

-Si abuela.

Rápidamente se sumerge en las olas de la orilla. El agua todavía está algo tibia y es un chapuzón agradable. No se interna demasiado en el mar, y sale unos momentos después pues prudentemente deduce que el tiempo es importante y no desea equivocarse.

Al salir del mar su instinto le pide sacudirse el agua pero la voz de su tutora la detiene.

-No te sacudas, deja que el agua escurra de tu cuerpo esta vez. Sigue a Chois, yo estaré aquí guiándote desde tu corazón.

-Chorreando agua, con cuidado se levanta con una pata el pelambre mojado que no la deja ver bien para obedecer a su tutora. Busca a Chois y lo encuentra subiendo por las rocas con la destreza de quien conoce el camino.

No se ha percatado pero las algas luminiscentes se han adherido a ella a lo largo de su lomo y su cola, y la hacen brillar en medio de la noche. Conforme va subiendo se percata de algo a su alrededor.

En la playa empiezan a congregarse grupos de cangrejos, langostas, aves, y estrellas de mar además de otros animales pequeños y grandes. Inclusive mariposas, escarabajos, saltamontes, hormigas, arañas y otros insectos. Se ubicaban por tamaños, de chicos a grandes.

Al final llegan a la cima del saliente rocoso y avanzan hasta la punta, a la roca plana. ¡Frente a ellos el mar bulle de vida!

Desde viscosas y transparentes medusas con ondulantes tentáculos y luces fantasmagóricas a lo largo de sus cuerpos translúcidos hasta enormes ballenas al fondo, resoplando ruidosamente con sus espiráculos.

Veía cardúmenes coloridos y tortugas de diferente tipo y tamaño, caballitos de mar, nutrias, focas, leones marinos, manatíes, morsas, orcas, mantarrayas, delfines, tiburones, pulpos, morenas, peces vela, peces voladores, un par de cachalotes.

Criaturas acuáticas todavía sin nombres conocidos y conocidas se ven agrupados en el agua, mecidos por las olas y respetuosos unos de otros en tregua a pesar de ser enemigos naturales o cazadores y presas.

Al fondo y detrás de todos puede ver dos sombras enormes que ondulan y se mantienen bajo el agua. Son más grandes que las ballenas, pero Mizu no puede precisar su forma.

Hay una amplia expectación flotando en el aire. El oleaje y algunos ruidos de los animales acompañan su camino al borde del saliente.

Chois al fin se detiene, en la roca plana. frente a él hay una concha blanca de algún bivalvo, dentro de esa concha usada como recipiente o plato hay un pequeño hongo rojizo, y un montoncito de oscuras algas marinas.

Mizu se detiene frente a la concha. La brisa del mar ya casi ha secado su piel y con el brillo en su lomo de las algas luminiscentes se ve muy irreal. El sabor de la sal del mar lo percibe con su lengua al relamerse los bigotes.

Respira profundamente y contempla esa reunión de criaturas ante ella, es muy emocionante conocer tantos y tan diversos animales, pero se siente un poco aturdida por tantas presencias tan cerca de ella. Al ser una empática, las sensaciones son casi abrumadoras. Sobre todo por las de las enormes criaturas del mar.

En ese momento, dentro de ella escucha la voz de su tutora.

Luz de Luna

-Ahora es el momento, Mizu. Come los hongos y las algas frente a ti, y cuando los hayas comido, mira fijamente la luna. Concéntrate solo en mi voz para evitar que te distraigas con las presencias de todos. Voy a iniciar un canto para guiar tu viaje.

La abuela tortuga comienza a vocalizar suavemente una canción que no tiene palabras, sólo sonidos y ritmo. Mientras, Chois ya está bajando del saliente rocoso para dejarla sola con su alimento ritual.

La novicia Mizu se concentra en la canción de la abuela tortuga y de un solo bocado engulle los hongos y las algas. Tienen un extraño sabor fuerte. Una sorpresiva sensación de frescura va subiendo desde los dedos de sus patas, y la cubre toda.

Sube entonces la vista al cielo donde brilla la luna y fija su mirada en ella. Sigue resonando la canción de la abuela, y se le van sumando las voces de los delfines y ballenas. Luego los mamíferos marinos empiezan a cantar también. La luna entonces empieza a crecer ante sus ojos, cada vez más grande.

Dentro de esa inmensa luz de repente encuentra un pequeño punto. El punto empieza a moverse como si nadara y se divide en dos puntos, movedizos.

Al moverse se transforman en pequeños gusanitos que reptan y giran, para crecer y transformarse en pequeños insectos, luego en peces.

Los peces crecen y les salen patas, y salen caminando para ahora ser un reptil escamoso y un animal con pelo.

El reptil se aleja a poner huevos, y el animal con pelo empieza a cambiar  mientras puede verse crecer vida en su vientre. De los pequeños que nacen hay más cambios, empieza a distinguir cánidos, félidos, roedores, marsupiales, bóvidos, y van naciendo y surgiendo poco a poco las especies que ella conoce, junto a otros seres que nunca ha visto.

Mientras, del huevo han nacido pájaros, serpientes, tortugas, reptiles, batracios, anfibios y animales del mar. Algunos animales con pelo regresan al agua y crecen, y pierden el pelo. Entre toda esta vida que nace y florece, también está su especie, los Zorros.

Y los Hombres surgen también entre todos los seres con pelo que se parecen a los simios pero casi sin pelo. Caminan erguidos y confundidos, buscan salir de la luz, refugiándose en una mancha oscura e informe donde entran sin ver atrás.

Es un desfile de vida que ha surgido desde un pequeño punto y ha explotado para llenar la luz a su alrededor.

Origen común

Al entender Mizu de golpe que todo tiene el mismo origen, todo desaparece y vuelve a ver solamente el punto de luz frente a ella, y ese punto se transforma en un hueco donde entra con su mente sin dudar.

Entonces ella misma es ese punto, se desdobla y el desfile de vida se reinicia, pero ella está en cada ser vivo que surge, ella es cada uno de ellos y puede sentirlos, y ver a través de sus ojos, y entenderlos.

Puede entender el equilibrio de la vida con ese florecer de especies de todo tipo, cada uno en su lugar en ese eterno ciclo vital.

En el momento que se reconoce a sí misma como zorro otra vez, se alegra y percibe al humano simultáneamente.

Se da cuenta que puede quedarse también en la piel de ese ser bípedo si desea, pero la canción de la tortuga reclama su atención y la saca de esa visión, llevándola a sumergirse en el agua, con un chapuzón en el mar frente a ella.

Pasa nadando frente a todos los seres vivos que están reunidos, que le abren paso franqueando su camino. Pronto llega hasta el fondo donde las enormes sombras oscuras tras las ballenas se aclaran a su vista bajo el agua.

El Espíritu del Mar

A su derecha, hay una enorme criatura que cambia de colores, con tentáculos y cabeza alargada. El calamar gigante nada suavemente y alarga uno de sus enormes brazos hacia Mizu para tocar suavemente su cabeza a manera de saludo, y aunque en lugar de boca tiene un pico óseo, la novicia percibe que le sonríe.

A su izquierda hay una criatura increíble, larga y cubierta de escamas. Una enorme serpiente blanca con dos crecimientos alargados bajo sus intensos ojos azules y cerca de su boca, similares a sus bigotes.

Solamente la cabeza de esa serpiente era del tamaño de la abuela tortuga, y su largo y enorme cuerpo ondeaba detrás de ella. La saluda con un suave movimiento de su gran cabeza. Dentro de ella la escucha. ¡Su Voz es la más poderosa que ha sentido hasta ese día!

-Bienvenida, Portadora del Agua. Soy el Espíritu del Mar. Puedes llamarme si me necesitas.

En ese momento percibe a su tutora junto a ella en el mar, y la abuela tortuga la transporta suavemente sobre su caparazón una vez más hasta la orilla de la Playa.

Mizu se siente algo confundida con todo lo que pudo ver, pero está muy interesada en aprender más después de eso. Ha sido una experiencia muy profunda e intensamente reveladora.

Sutil Viajero

La luna ya está muy baja en el cielo, y ha perdido la noción del tiempo que ha durado el viaje que ha hecho dentro de su luz. Entonces se percata que ha estado debajo del agua muchísimo tiempo ¡y ha respirado en ella como si estuviese en tierra!

Baja de un brinco del caparazón de la abuela tortuga, y se sacude el agua con alegría. Esta vez, la abuela no se lo impide. ¡tiene tantas preguntas que hacerle que no sabe por dónde empezar!

Empieza a brincar delante de la tortuga con su usual entusiasmo, y luego se sienta frente a ella en la playa.

En ese momento le parece escuchar que alguien la llama por su nombre entre las palmeras, voltea rápidamente pero no ve a nadie, y sigue hablando con su tutora. Mizu apenas ha percibido que Kah la ha visitado.

Tantas presencias, voces y sensaciones la han dejado demasiado abrumada para diferenciar una presencia tan sutil. Ahora no sabe si es más su apetito de comida o el de respuestas.

Las luces del alba empiezan a brillar en el cielo y la bajamar deja al descubierto el litoral. Los pájaros y los insectos inician su canto de saludo al sol.

¡La novicia del templo de Vusin ya ha conocido al espíritu del mar, y ese encuentro será inolvidable!

Por Gabby

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