Sombras en el Vacío

Desaparición alférez Rin Star Trek

Primer Acto:

La USS Enterprise flotaba en la vastedad del espacio, un titán de acero y tecnología atravesando el silencio del cosmos. La calma habitual a bordo era engañosa, una quietud rota por un solo hecho inesperado: uno de los miembros de la tripulación había desaparecido sin dejar rastro.

La alarma se encendió cuando la alférez Talia Rin no se presentó a su turno en la sala de ingeniería. Una búsqueda rutinaria no tardó en convertirse en una misión urgente cuando el teniente Scott revisó los sensores internos: Talia había desaparecido de su habitación a las 0300 horas, pero no había señales de su presencia en ningún punto de la nave.

El capitán Kirk, con el ceño fruncido, convocó a su equipo de mando en la sala de reuniones. Spock estaba sentado, imperturbable, pero sus ojos brillaban con un interés frío. Kirk lo observó, conociendo bien su mirada.

—¿Qué piensas, señor Spock? —preguntó Kirk, rompiendo el silencio.

Spock entrelazó los dedos de las manos.

—Las probabilidades de que la alférez Rin haya abandonado voluntariamente sus obligaciones son del 0.02%. Las cámaras de seguridad no muestran ninguna señal de su partida, lo que significa que algo no usual ha ocurrido.

—¿Un secuestro? —sugirió McCoy, su tono ya teñido de escepticismo.

—No podemos descartar esa posibilidad —respondió Spock—. Sin embargo, la falta de pruebas físicas o energéticas de un transporte forzado complica el escenario.

—Me preocupa lo que esto podría significar para la tripulación —dijo Kirk, su tono sombrío—. Si alguien puede desaparecer así de fácil, ¿quién será el siguiente?

La tensión en la sala era palpable. Kirk se levantó de la mesa, caminando lentamente hacia la ventana que daba al abismo del espacio. Sabía que esta situación iba más allá de una simple desaparición. Había algo profundamente perturbador en ello, y, como siempre, Spock era su mejor opción para desentrañar el misterio.

—Spock, encárgate de la investigación —ordenó Kirk—. Quiero respuestas, y las quiero rápido.

Spock asintió, consciente del peso de la tarea. Sabía que la lógica lo guiaría, pero en una nave llena de mentes humanas, a menudo lo ilógico podía ser la clave.

Segundo Acto:

Spock caminaba por los pasillos de la Enterprise con pasos calculados, cada paso resonando en el metal bajo sus pies. La atmósfera de la nave estaba tensa; la desaparición de la alférez Rin había dejado a la tripulación con una sensación de inquietud. En sus años de servicio, Rin había demostrado ser eficiente, meticulosa y excepcionalmente profesional. Por eso, su ascenso había sido casi un hecho.

Spock llegó a la habitación de Rin y fue recibido por un equipo de seguridad. La puerta se deslizó con un suave zumbido. Dentro, todo parecía en perfecto orden, lo cual, para Spock, era en sí mismo un indicio.

Mientras revisaba la habitación, encontró varios informes de servicio, todos con calificaciones sobresalientes. Pero, debajo de esa fachada impecable, Spock descubrió algo más: un diario personal, cuidadosamente oculto bajo una de las losas del suelo.

Encendiendo su tricorder, Spock revisó rápidamente el contenido del diario, encontrando entradas que no coincidían con la imagen pública de Rin. Los registros hablaban de una vida llena de secretos, decisiones cuestionables y actos de los que se arrepentía, pero que había logrado mantener ocultos durante todo su servicio en la Flota Estelar.

—Interesante —murmuró Spock mientras leía una entrada fechada tres meses antes. Hablaba de alguien del pasado de Rin que había aparecido nuevamente. “Si la tripulación se entera de lo que hice, todo cambiará”, había escrito.

El pasado de la alférez estaba lleno de sombras, y ese hecho ahora se erguía como un enigma en el corazón de la investigación. Spock, siempre guiado por la lógica, comenzaba a entender que la desaparición de Rin podía tener más capas de complejidad de lo que parecía a simple vista.

En la sala de reuniones, Kirk esperaba con McCoy y Uhura. Cuando Spock entró, Kirk levantó la vista, esperando respuestas.

—¿Qué has encontrado? —preguntó Kirk, directo.

Spock colocó el diario en la mesa.

—La alférez Rin no era simplemente una oficial ejemplar. Según sus propios escritos, había algo en su pasado que ella temía que saliera a la luz. Creo que su desaparición está relacionada con estos eventos no documentados.

McCoy frunció el ceño.

—¿Qué tipo de pasado sórdido estamos hablando? ¿Contrabando? ¿Espionaje?

Spock se quedó en silencio por un momento, analizando las posibilidades.

—Todavía es prematuro especular. Pero está claro que la desaparición de la alférez no es un hecho aislado. Lo que ella intentaba ocultar podría haber sido la causa de su desaparición… o incluso algo peor.

Kirk observó a su tripulación, notando la mezcla de confusión y preocupación en sus rostros.

—Tenemos que averiguar qué era ese “algo peor”, y pronto —dijo Kirk con firmeza—. Spock, sigue investigando. Algo me dice que apenas hemos arañado la superficie.

Tercer Acto:

Spock se encontraba de nuevo en su despacho, releyendo las líneas más perturbadoras del diario de la alférez Rin. En una de las entradas más recientes, había una mención inquietante:

“Antes de unirme a la Enterprise, lo conocí. El capitán. Pensé que nunca más tendría que enfrentar esa parte de mi vida. Pero el destino tiene una forma extraña de traer el pasado de vuelta. Si alguien descubre lo que pasó entre nosotros, todo se desmoronará…”

Spock alzó una ceja. Esta revelación introducía una variable inesperada. El capitán Kirk había sido conocido por sus relaciones, pero jamás había dado indicios de recordar a la alférez Rin de manera especial. Sin embargo, la posibilidad de que algo en su pasado pudiera estar vinculado a la desaparición debía ser investigada.

Con una mezcla de lógica y cautela, Spock se dirigió hacia la sala de comunicaciones, donde la teniente Uhura supervisaba las transmisiones de la nave. Ella tenía una habilidad singular para entender la complejidad emocional, algo que Spock, a menudo, encontraba desafiante. Si alguien podía ayudarlo a desentrañar este aspecto del caso, era ella.

—Teniente Uhura —la voz de Spock resonó en la sala, atrayendo la atención de la oficial.

Uhura lo miró, sorprendida por la formalidad de su tono.

—¿Qué sucede, señor Spock?

Spock entregó el diario de la alférez Rin, abriendo la página relevante para que Uhura leyera.

—He descubierto que la alférez Rin conoció al capitán Kirk antes de su servicio en la Enterprise. Hay indicios de que su desaparición podría estar relacionada con ese encuentro previo.

Uhura levantó la vista del diario, su expresión mostrando una mezcla de incredulidad y preocupación.

—¿Estás sugiriendo que el capitán podría estar involucrado? —preguntó en voz baja, como si temiera que alguien más la oyera.

—No estoy sugiriendo nada aún. Solo estoy recopilando datos —respondió Spock—. Sin embargo, en este punto, necesito comprender mejor las emociones humanas que podrían haber jugado un papel en la situación. Su capacidad para interpretar esas emociones sería invaluable.

Uhura asintió lentamente, consciente del peso de la solicitud de Spock.

—El capitán siempre ha sido… carismático, eso lo sabemos todos. Pero si Rin realmente sentía algo más profundo o si hubo alguna interacción que él pasó por alto, eso podría haber afectado su estado emocional. Tal vez no es lo que él hizo, sino lo que ella interpretó.

—Es una posibilidad que debemos considerar —respondió Spock—. ¿Estarías dispuesta a analizar esto conmigo?

Uhura sonrió ligeramente, apreciando la franqueza inusual de Spock.

—Claro, Spock. No siempre se trata solo de lógica; a veces, las emociones pueden ser más peligrosas que cualquier arma.

Cuarto Acto:

El puente de mando de la Enterprise estaba en calma, pero esa calma era solo superficial. Kirk, sentado en su silla de mando, mantenía su mirada fija en la pantalla principal, aunque su mente parecía estar en otra parte. Spock y Uhura habían preparado su próximo movimiento cuidadosamente: un interrogatorio informal con el capitán.

Spock sabía que Kirk tenía un talento excepcional para ocultar sus emociones bajo la fachada de liderazgo. Sin embargo, Uhura poseía una sensibilidad única para captar lo que otros no veían. Ambos eran conscientes de que debían proceder con cautela.

Spock se acercó al capitán, con su habitual calma.

—Capitán, he estado revisando los registros y he descubierto que la alférez Rin sirvió previamente en otro sector de la Flota Estelar. Según su diario, parece que había tenido un encuentro con usted antes de unirse a la Enterprise.

Kirk alzó la vista, pero mantuvo su expresión neutra.

—¿Rin? —repitió, como si intentara recordar. El capitán Kirk frunció levemente el ceño, pero su voz permaneció tranquila—. Puede ser… He conocido a muchos oficiales a lo largo de los años.

Uhura, observando desde su puesto, notó algo que Spock no captó de inmediato: un ligero titubeo en las palabras del capitán, una tensión casi imperceptible en sus ojos. Fue solo un segundo, una fisura momentánea en su fachada controlada. Para cualquiera, habría pasado desapercibido. Pero no para Uhura.

La conversación continuó sin mayores sobresaltos. Spock formuló más preguntas sobre la interacción entre Kirk y Rin, pero el capitán respondió con la misma precisión y diplomacia que siempre lo caracterizaba. A simple vista, nada en su comportamiento parecía fuera de lo común.

Más tarde, cuando Spock y Uhura se reunieron en la sala de análisis, Uhura rompió el silencio.

—Spock, hay algo que deberías saber. Durante el interrogatorio, noté un leve cambio en el lenguaje corporal del capitán. Fue breve, pero estuvo ahí cuando mencionaste a Rin.

Spock la observó con atención.

—¿Un cambio en su comportamiento? —preguntó Spock, claramente interesado.

Uhura asintió.

—Sí. Solo fue un instante, pero su mirada vaciló cuando mencionaste que la conoció antes. No fue suficiente para incriminarlo, pero fue una reacción emocional. No creo que esté diciéndonos todo lo que sabe.

Spock procesó la información en silencio. Sabía que la percepción de Uhura era excepcional en estas situaciones. Aunque él basaba sus conclusiones en la lógica, entendía que en este caso, las emociones humanas eran un factor clave.

—Parece que el capitán podría estar ocultando algo, aunque no necesariamente relacionado con su desaparición —reflexionó Spock—. Debemos proceder con cautela. Si lo presionamos demasiado, podríamos poner en peligro su autoridad.

—De acuerdo —respondió Uhura—. Pero es una pista, Spock. Y en estos casos, cada detalle importa.

Spock asintió.

—Tienes razón, teniente. Trabajemos juntos en esto. Tu capacidad para interpretar lo que yo no puedo percibir será esencial para resolver este caso.

Quinto Acto:

Spock y Uhura caminaron juntos por los pasillos de la Enterprise, en dirección a la enfermería. Ambos estaban de acuerdo en que el siguiente paso lógico era revisar el historial médico de la alférez Rin. Sin embargo, Uhura sabía que, con McCoy, las conversaciones rara vez se limitaban a lo estrictamente profesional.

La puerta de la enfermería se deslizó al abrirse, y allí estaba el doctor Leonard McCoy, ocupado revisando informes en una de las consolas médicas. Al ver a Spock y Uhura, levantó la vista con una expresión cansada pero curiosa.

—¿Y bien? ¿Qué les trae por aquí? —dijo McCoy, cruzándose de brazos—. ¿Spock, has decidido finalmente que tienes alma? ¿O solo vienes a fastidiarme con uno de tus enigmas vulcanos?

Uhura esbozó una sonrisa, acostumbrada al intercambio mordaz entre ambos, pero Spock fue directo al grano.

—Doctor, necesitamos el historial médico de la alférez Talia Rin. Es crucial para nuestra investigación.

McCoy frunció el ceño.

—¿Rin? Sí, la revisé en varias ocasiones… problemas menores, nada serio. Pero, ¿por qué de repente tanto interés en su historial?

Spock y Uhura intercambiaron una mirada. Aunque McCoy era su amigo, también era el confidente más antiguo de Kirk, lo que hacía esta situación más delicada. Sin embargo, Spock decidió ser claro.

—Hemos descubierto información en el diario de Rin que sugiere que conoció al capitán Kirk antes de unirse a la Enterprise. Hay indicios de que su desaparición podría estar relacionada con eventos anteriores a su llegada.

McCoy parpadeó, sorprendido, pero no mostró más emoción que eso. Sabía que su lealtad era con la tripulación, pero también con su viejo amigo, Jim Kirk.

—No me gusta el rumbo que esto está tomando —dijo McCoy, suspirando profundamente—. Pero, si Rin dejó alguna pista en su historial médico, lo encontraremos. Aunque debo advertirles, no será fácil meter a Kirk en este lío. Es mi deber proteger tanto a la tripulación como al capitán.

Spock asintió.

—Entendemos tu posición, doctor. Pero todos compartimos el mismo objetivo: descubrir qué le sucedió a la alférez Rin.

McCoy se dirigió hacia la consola y comenzó a buscar el archivo de Rin. Mientras lo hacía, Uhura se acercó a él con una pregunta más personal.

—McCoy, tú has conocido al capitán durante más tiempo que ninguno de nosotros. ¿Crees que podría haber algo en su pasado que lo conecte a este caso?

El médico suspiró, su rostro reflejando años de camaradería con Kirk.

—Jim ha tenido su parte de aventuras, Uhura. Y sí, algunas de ellas lo han metido en problemas antes. Pero no puedo imaginarlo involucrado en algo tan… sórdido. No es su estilo. Eso no significa que no haya más en esta historia de lo que vemos a simple vista.

La pantalla finalmente mostró los datos médicos de Rin, y McCoy frunció el ceño al leer algunos detalles.

—Bueno, esto es curioso. Hay algunos registros que fueron modificados… parece que alguien intentó borrar ciertos aspectos de su historial antes de que se uniera a la Enterprise.

Spock se acercó rápidamente a la pantalla, sus ojos analizando los datos.

—¿Modificados? ¿Por quién?

McCoy negó con la cabeza.

—Eso no lo sé. Pero si alguien trató de ocultar algo, lo hicieron antes de que ella siquiera subiera a bordo.

Spock y Uhura intercambiaron una mirada de preocupación.

Sexto Acto:

Spock y Uhura salieron de la enfermería con una sensación de inquietud. Los registros médicos de Rin estaban incompletos y modificados, lo que añadía otra capa de misterio a la ya compleja desaparición. Pero mientras caminaban por el pasillo, Uhura notó que alguien se les acercaba rápidamente.

Era la enfermera Christine Chapel. Uhura y ella habían trabajado juntas en muchas misiones, y aunque Chapel solía ser reservada, ahora parecía tener algo urgente que decir. Miró brevemente a Spock, luego dirigió su atención solo a Uhura, haciendo una seña para que se quedara atrás unos momentos.

—Uhura, ¿puedo hablar contigo un momento? —susurró Chapel, mirando con cautela alrededor.

Uhura se detuvo, intrigada.

—Claro, Christine. ¿Qué sucede?

La enfermera miró hacia la enfermería para asegurarse de que McCoy no estuviera cerca, luego bajó la voz.

—Escuché parte de la conversación que tuviste con el doctor McCoy sobre el capitán Kirk y Rin. No quería interrumpir antes, pero cuando hablaste de la relación entre el capitán y Rin, me recordó algo…

Uhura la miró, expectante.

—¿Qué es lo que recuerdas?

Chapel respiró profundamente antes de continuar.

—Hace tiempo, el doctor McCoy se quejó en voz alta… —dijo, con cierto nerviosismo en su voz—. Fue durante una de esas largas misiones donde todos estábamos agotados. Él mencionó que el capitán se había metido en un buen lío debido a una tripulante. Algo sobre tener que decidir entre sus emociones por ella y sus responsabilidades como capitán. McCoy no lo decía directamente, pero estaba claro que esa situación había afectado mucho a Kirk.

Uhura entrecerró los ojos, recordando las conversaciones pasadas sobre las numerosas aventuras del capitán. Pero la manera en que Chapel lo describía, parecía más profunda que una simple relación pasajera.

—¿Sabes quién era esa tripulante? —preguntó Uhura, su voz apenas un susurro.

Chapel negó con la cabeza.

—No, nunca lo mencionó con nombre. Pero lo que sí recuerdo es que McCoy estaba muy molesto. Dijo que, como su amigo, estaba harto de tener que lidiar con los errores emocionales de Jim… algo que, como capitán, no podía permitirse. Siempre pensé que había más en esa historia, pero nunca supe los detalles.

Uhura asintió lentamente, sintiendo cómo las piezas comenzaban a encajar.

—Gracias, Christine. Esto podría ser importante.

Chapel sonrió, aunque todavía parecía un poco preocupada.

—Solo ten cuidado, Uhura. El capitán Kirk es muy querido por todos nosotros, pero también tiene sus secretos. Y a veces, esos secretos pueden ser peligrosos.

Uhura asintió, sus pensamientos ahora concentrados en lo que Chapel había revelado. Mientras se reunía con Spock más adelante, supo que este nuevo detalle debía ser examinado más a fondo.

Séptimo Acto:

La conversación con Christine Chapel dejó a Uhura pensativa. Caminaba al lado de Spock, pero su mente seguía revisando las palabras de la enfermera. McCoy había mencionado, años atrás, que Kirk se encontraba en un dilema emocional. Si ese dilema estaba relacionado con Rin o con alguna otra oficial, aún no lo sabía. Pero algo estaba claro: Kirk tenía secretos, y esos secretos podrían ser peligrosos.

Finalmente, decidieron regresar al centro de comunicaciones. Uhura quería más tiempo para pensar antes de compartir esta nueva información con Spock. Sabía que Spock, con su lógica implacable, seguiría cualquier pista hasta el final, y Uhura quería asegurarse de que sus sospechas estuvieran bien fundadas.

Mientras analizaba los datos que habían recolectado, Spock la interrumpió con su voz tranquila pero precisa:

—Teniente, has estado inusualmente callada desde que dejamos la enfermería. ¿Has llegado a alguna conclusión basada en lo que la enfermera Chapel mencionó?

Uhura tomó un momento para ordenar sus pensamientos.

—Lo que Christine dijo… me hace pensar que Rin pudo haber estado involucrada en un dilema emocional con el capitán. Ya sabemos que Kirk la conoció antes de que ella se uniera a la Enterprise, y que algo en su pasado fue lo suficientemente significativo como para modificar sus registros médicos.

Spock asintió.

—Es posible que el capitán Kirk haya intentado mantener su pasado con Rin en secreto. Pero aún no tenemos pruebas definitivas de que haya una conexión directa entre él y su desaparición.

—Lo sé —dijo Uhura, asintiendo lentamente—. Pero hay algo más, Spock. Chapel mencionó que McCoy habló de una tripulante que había puesto al capitán en una situación difícil, emocionalmente. Creo que esa tripulante podría haber sido Rin.

Spock levantó una ceja, mostrando su interés en la nueva información.

—Si McCoy hizo esa observación, es probable que él también sepa más de lo que ha revelado. Tendremos que interrogarlo de nuevo, pero con más cuidado esta vez. No podemos arriesgarnos a que nuestra investigación llegue a oídos del capitán antes de tiempo.

Uhura asintió, aunque no pudo evitar sentir una punzada de culpa. Kirk era su capitán y un líder respetado, pero las sombras de su pasado estaban empezando a rodearlos a todos.

Spock activó la consola, buscando los registros de todas las interacciones previas de Rin con la Flota Estelar. Mientras los datos se descargaban, Uhura se acercó a la estación de comunicación.

—Hay algo más que quiero investigar —dijo Uhura—. Si Rin y Kirk se conocieron antes de su llegada a la Enterprise, podría haber alguna comunicación entre ellos en los archivos de la Flota. Algo que podría haberse pasado por alto.

Spock observó el monitor mientras Uhura comenzaba a buscar en los archivos cifrados de las comunicaciones pasadas. Los sistemas de la Flota Estelar eran meticulosos en cuanto a la conservación de datos, pero también sabían que Kirk tenía amigos en puestos influyentes. Si había algo oculto, podría haber sido difícil de encontrar, pero no imposible.

Finalmente, después de varios minutos de búsqueda, Uhura encontró algo.

—Aquí está —dijo, señalando una serie de transmisiones que habían sido archivadas bajo un protocolo de seguridad de alto nivel—. Hay varias comunicaciones entre un oficial de rango superior y una alférez que coincide con el perfil de Rin, justo antes de que se uniera a la Enterprise. Están cifradas, pero creo que puedo descifrar parte del contenido.

Spock asintió, observando los caracteres en pantalla con atención.

—Adelante, teniente. Si hay algo incriminatorio en estas transmisiones, podríamos estar cerca de una revelación clave.

Uhura comenzó a trabajar rápidamente, sus manos moviéndose con destreza sobre la consola. Lentamente, los mensajes comenzaron a tomar forma en la pantalla. Aunque fragmentados, eran lo suficientemente claros para darles una idea del contexto.

Uno de los mensajes decía: “Deberíamos ser cuidadosos. No puedo arriesgar mi carrera por esto. El capitán está involucrado más de lo que imaginas.”

Uhura y Spock se miraron, la gravedad de la situación comenzaba a asentarse. Alguien había advertido a Rin que sus interacciones con Kirk podían tener serias repercusiones.

—Esto es solo una pieza del rompecabezas —dijo Spock—, pero una pieza significativa. Debemos proceder con precaución. Cualquier paso en falso podría comprometer nuestra investigación… y la autoridad del capitán Kirk.

Octavo Acto:

El aire en la sala de comunicaciones parecía volverse más denso mientras Uhura terminaba de descifrar los mensajes. Aunque las palabras eran fragmentadas, el significado detrás de ellas era inconfundible. Alguien había estado advirtiendo a Rin sobre su cercanía con Kirk y las posibles consecuencias para ambos.

Spock, de pie junto a Uhura, observaba la pantalla con una frialdad calculada. Sin embargo, Uhura, mucho más consciente de la carga emocional que esta información podría tener, sentía un nudo formarse en su estómago. Sabía que lo que estaban a punto de descubrir podría cambiar la relación de la tripulación con su capitán para siempre.

—Esta comunicación no fue enviada desde la Enterprise —dijo Spock, mientras revisaba los datos—. Proviene de otro buque de la Flota Estelar. Es posible que el remitente sea un oficial superior… alguien que también está vinculado con la alférez Rin.

Uhura asintió.

—Esto implica que hay más personas involucradas. Tal vez alguien más trató de proteger a Kirk, o a Rin, cuando todo esto comenzó. Pero, ¿por qué intentarían modificar su historial médico? ¿Qué estaban tratando de esconder?

Spock se detuvo un momento, evaluando la información con su lógica característica.

—Es probable que lo que intentaban ocultar no fuera solo una relación, sino una transacción. Algún tipo de intercambio de información o recursos que pondría en peligro las carreras de ambos. Las modificaciones en su historial médico pudieron haber sido una forma de proteger a Rin de un escrutinio mayor, en caso de que alguien investigara su pasado.

Uhura sintió una oleada de frustración. Aunque tenían más piezas del rompecabezas, aún no lograban ver la imagen completa. Y cada nueva revelación los acercaba más a la peligrosa implicación de Kirk. Sabía que debía proceder con cautela.

—Spock, si seguimos adelante con esto, podríamos estar revelando algo que podría destruir la reputación del capitán. Necesitamos más pruebas antes de dar cualquier paso en falso.

Spock asintió solemnemente.

—Estoy de acuerdo. Pero también debemos recordar que nuestra prioridad es la verdad, no importa cuán incómoda sea. Si el capitán Kirk está implicado en este asunto, debemos llegar al fondo de ello.

Antes de que Uhura pudiera responder, la puerta de la sala de comunicaciones se abrió y un oficial de la seguridad de la nave entró. Spock levantó una ceja, siempre cauteloso con interrupciones imprevistas. El oficial, con una expresión rígida, se dirigió a ambos.

—Comandante Spock, teniente Uhura, el capitán solicita su presencia en el puente. Algo urgente ha surgido.

El corazón de Uhura dio un vuelco. Aunque intentó mantener la calma, la posibilidad de que Kirk ya sospechara de su investigación se cernía sobre ella como una sombra.

—Estamos en camino —respondió Spock con calma.

A medida que se dirigían hacia el puente, Uhura no pudo evitar sentir que los ojos de Kirk estarían más atentos que nunca. Sabía que debía proceder con cautela, especialmente después de lo que Chapel había revelado. Kirk era su capitán, sí, pero también era un hombre lleno de secretos, y tal vez uno de ellos había llevado a la desaparición de la alférez Rin

Noveno Acto:

Al llegar al puente, Kirk estaba de pie frente a la pantalla principal, con una expresión tan seria como siempre, pero había una tensión oculta en su mirada. El puente estaba lleno de actividad, pero todos parecían evitar hacer contacto visual con el capitán, como si sintieran el peso de algo que aún no entendían.

Kirk se giró cuando Spock y Uhura entraron.

—Comandante, teniente —dijo con una voz firme, aunque ligeramente afectada por algo más profundo—. Hemos recibido una transmisión no autorizada, codificada en uno de los canales de la Flota. El remitente no ha sido identificado, pero quiero que investiguen esto a fondo.

Spock inclinó la cabeza.

—Capitán, ya estábamos investigando algunas comunicaciones cifradas, en relación con la desaparición de la alférez Rin. Es posible que este incidente esté conectado.

Kirk se detuvo, su expresión permaneció imperturbable, pero Uhura, observando atentamente, captó una leve contracción en la comisura de sus labios. Fue un detalle diminuto, algo que sólo alguien que había trabajado tanto tiempo con él podría notar. La reacción fue tan sutil que pasó desapercibida para el resto de la tripulación.

Uhura sintió una chispa de inquietud. Esa pequeña reacción de Kirk le dijo más de lo que él probablemente pretendía mostrar. Su capitán sabía más de lo que estaba diciendo.

—Entendido, comandante —dijo Kirk, su tono volviendo a la normalidad—. Pero asegúrese de que esta investigación no interfiera con nuestras demás operaciones. La Flota nos está observando de cerca en este momento.

—Por supuesto, capitán —respondió Spock, sin darle más peso a la reacción de Kirk. Pero Uhura no podía dejar de pensar en lo que había visto.

Cuando salieron del puente, Uhura le susurró a Spock:

—Spock, ¿viste eso? El capitán… hubo una reacción cuando mencionaste la investigación sobre Rin.

Spock la miró, su expresión estoica.

—Lo noté, teniente. Su reacción fue sutil, pero significativa. Es posible que esté tratando de ocultar algo, o al menos de mantener ciertas distancias mientras esta situación se desarrolla. Debemos ser cuidadosos en cómo procedemos.

Uhura asintió, sabiendo que el camino por delante sería cada vez más complicado. Kirk estaba al tanto, y sus secretos estaban más cerca de ser expuestos que nunca.

Décimo Acto:

Tras abandonar el puente, Spock y Uhura caminaron en silencio por los pasillos de la Enterprise, cada uno inmerso en sus pensamientos. Uhura aún sentía la inquietud que había despertado la reacción sutil de Kirk, pero confiaba en que junto a Spock encontrarían la manera de seguir adelante sin alertar al capitán de sus descubrimientos.

—Spock, tenemos que ser cuidadosos —dijo finalmente Uhura, rompiendo el silencio—. Si el capitán sospecha que lo estamos investigando, podría intentar encubrir algo, o peor, nos veríamos obligados a enfrentarnos a una decisión difícil.

Spock la miró de reojo, manteniendo su compostura tranquila.

—Estamos lidiando con una situación delicada, teniente. Sin embargo, nuestra prioridad sigue siendo descubrir la verdad. No debemos permitir que las emociones, ni siquiera las posibles implicaciones personales, nos desvíen de nuestro objetivo.

Uhura asintió, reconociendo la lógica de Spock, pero sabiendo que las emociones eran una parte ineludible de esta investigación.

Cuando llegaron a la sala de reuniones, Spock tomó asiento frente a la consola de datos mientras Uhura se apoyaba contra la pared, sus pensamientos centrados en las comunicaciones cifradas que habían descubierto. Si Kirk estaba implicado, tenía que haber más pruebas escondidas, algo que vinculara su relación con Rin a su desaparición.

—Voy a analizar de nuevo los registros de las comunicaciones —dijo Spock—. Si hay algo que no hayamos visto, lo encontraré.

Mientras Spock trabajaba, Uhura se acercó a una consola diferente, revisando los registros de la tripulación y cruzando la información sobre Rin con los últimos eventos a bordo de la nave. Fue entonces cuando algo llamó su atención.

—Spock, mira esto —dijo Uhura, señalando la pantalla—. Parece que alguien alteró las órdenes de servicio de Rin poco antes de su desaparición. Originalmente, estaba asignada a una misión de rutina en ingeniería, pero alguien cambió su asignación a una patrulla exterior cerca de los escudos de la nave, justo el día que desapareció.

Spock levantó la vista de su consola, su interés claramente despertado.

—Eso es muy inusual. La patrulla exterior no habría requerido su presencia. ¿Quién aprobó ese cambio?

Uhura examinó los registros, pero el nombre del oficial que había hecho el cambio estaba borrado, lo que sugería que había sido modificado deliberadamente.

—No hay nombre registrado —dijo, frunciendo el ceño—. Alguien cubrió sus huellas. Pero esto nos confirma que la desaparición de Rin no fue accidental. Alguien la estaba enviando deliberadamente a un lugar vulnerable.

Spock asintió, su rostro adoptando una expresión más severa.

—Esto confirma nuestras sospechas. Alguien a bordo está involucrado, y está intentando desviar la atención de lo que realmente sucedió. Esto puede estar relacionado con las comunicaciones cifradas que descubrimos antes.

Antes de que pudieran seguir investigando, una notificación llegó a la consola de Uhura: se trataba de una transmisión entrante, proveniente de la Flota Estelar. Spock intercambió una mirada rápida con ella antes de que ambos atendieran la llamada.

En la pantalla apareció un oficial de rango superior: el almirante que supervisaba la misión de la Enterprise. Su expresión era severa, y Uhura sintió que algo grave estaba a punto de revelarse.

—Comandante Spock, teniente Uhura —dijo el almirante—. Hemos recibido una petición de la Enterprise para revisar la reciente desaparición de la alférez Rin. Sin embargo, hemos detectado actividad inusual en las comunicaciones de la nave. Quiero saber qué está sucediendo.

Spock mantuvo su compostura, pero Uhura supo que ahora estaban bajo vigilancia estricta.

—Almirante, estamos investigando la desaparición de la alférez Rin —respondió Spock con calma—. Hemos descubierto irregularidades en sus órdenes de servicio y en las comunicaciones relacionadas con su asignación. Sin embargo, estamos manejando la situación de manera controlada.

El almirante entrecerró los ojos, no completamente convencido.

—¿Irregularidades? —preguntó, su voz llena de sospecha—. ¿Están sugiriendo que alguien a bordo de la Enterprise está involucrado en la desaparición de Rin?

Uhura intervino, sabiendo que era un momento crucial.

—Todavía estamos reuniendo pruebas, almirante. Pero sí, hay indicios de que la desaparición de Rin no fue un accidente. Alguien modificó sus órdenes de servicio y ocultó información en los registros. Estamos investigando más a fondo, pero no hemos hecho ninguna acusación formal.

El almirante se quedó en silencio por un momento, luego asintió lentamente.

—Bien, pero tengan cuidado. Cualquier error podría poner en riesgo la reputación de la Flota. Y recuerden, el capitán Kirk es un oficial de alto rango. No me gustaría ver su nombre involucrado en nada sin pruebas contundentes. Estaré esperando su informe final.

La transmisión se cortó, dejando a Uhura y Spock en un silencio tenso.

—Estamos siendo observados de cerca —dijo Uhura en voz baja—. Esto se está complicando más de lo que pensábamos.

Spock asintió, volviendo a sus cálculos y análisis.

—Tendremos que proceder con aún más cautela. Pero ahora sabemos que alguien a bordo de la Enterprise, posiblemente de alto rango, está implicado. Si el almirante está involucrado o simplemente es un espectador preocupado, lo descubriremos a su debido tiempo.

Antes de que pudieran seguir adelante, Spock miró a Uhura con un destello de incertidumbre en su mirada, algo poco común en el vulcano.

—Uhura, ya hemos descubierto que el capitán Kirk tiene una relación pasada con la alférez Rin. Y ahora estamos bajo presión por parte de la Flota para resolver este caso. Si el capitán está de alguna manera implicado en su desaparición, las consecuencias no solo afectarán su carrera, sino la estabilidad de la Enterprise.

Uhura asintió, con una sensación de gravedad pesando sobre ella.

—Lo sé, Spock.

Undécimo Acto:

Spock y Uhura decidieron que su siguiente paso debía ser acudir al único hombre en la nave que conocía la Enterprise como la palma de su mano: el teniente comandante Montgomery Scott, “Scotty”, jefe de ingeniería. Si alguien podía detectar cualquier alteración en los sistemas de comunicación o en las bitácoras de servicio, sería él.

Mientras descendían por el turboascensor hacia la sala de ingeniería, Uhura sintió cómo las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, aunque aún había demasiadas incógnitas. ¿Quién había modificado las órdenes de servicio de Rin? ¿Y por qué Kirk parecía tan nervioso?

Al llegar a la sala de máquinas, fueron recibidos por el característico zumbido de los motores de la nave, que vibraban con un ritmo casi hipnótico. Scotty, como de costumbre, estaba inmerso en su trabajo, revisando lecturas en una pantalla de control.

—Comandante, teniente —dijo Scotty, con su característico acento escocés, al notar su llegada—. ¿Qué los trae a mi reino de tuercas y tornillos?

Spock dio un paso al frente.

—Necesitamos tu ayuda, señor Scott. Hemos descubierto que las órdenes de servicio de la alférez Rin fueron alteradas, y también hay comunicaciones cifradas que fueron enviadas desde la nave. Sospechamos que alguien dentro de la tripulación modificó los registros. Queremos saber si puedes detectar alguna anomalía en los sistemas de la nave.

Scotty frunció el ceño, claramente intrigado.

—¿Alteraciones en los sistemas? Nadie puede meterle mano a la Enterprise sin que yo me entere, comandante. Pero si hay algo raro, lo encontraré. Déjenme echar un vistazo.

Scotty se dirigió a una consola cercana y comenzó a revisar los sistemas de comunicaciones y las bitácoras de servicio. Sus dedos se movían rápidamente sobre los controles, mientras hablaba en voz baja para sí mismo, como si mantuviera una conversación con la nave.

—La Enterprise y yo somos una sola —murmuraba, mientras revisaba las lecturas—. Cualquier cambio en sus entrañas y yo lo sentiría. Pero veamos qué tenemos aquí…

Uhura observaba con atención, confiando en la experiencia de Scotty. Si había algo fuera de lugar, él lo descubriría.

—Esto es raro —dijo finalmente Scotty, deteniéndose en una línea de código—. Alguien ha hecho una modificación sutil, pero lo suficientemente significativa como para cambiar las órdenes de servicio de Rin sin dejar un rastro claro. Parece que las comunicaciones de ese día también fueron encriptadas con un código que no es estándar de la Flota Estelar. Es como si alguien estuviera jugando al escondite con los sistemas.

Spock levantó una ceja, siempre atento a los detalles.

—¿Puedes determinar el origen de esas modificaciones?

Scotty negó con la cabeza, su frustración evidente.

—No con precisión. Quienquiera que lo hizo, sabía muy bien lo que estaba haciendo. Las modificaciones fueron hechas directamente desde los sistemas internos, no de manera remota, lo que significa que alguien en la nave estuvo involucrado. Pero esto… —señaló la pantalla—. Este código no es algo que cualquiera pueda hacer. Es avanzado, y más importante aún, es muy antiguo. De hecho, me recuerda a los primeros días de la Flota, cuando los sistemas eran más manuales. Puede que alguien haya recurrido a esos métodos para cubrir sus huellas.

Uhura sintió un escalofrío. Quienquiera que estuviera detrás de esto, había planeado meticulosamente cada movimiento.

—Scotty, ¿sería posible rastrear quién estuvo accediendo a esos sistemas? —preguntó.

Scotty asintió lentamente.

—Podría intentarlo, pero llevará tiempo. Además, el sistema fue diseñado para que cualquier rastro que dejara se borrara casi de inmediato. Si realmente quieren saber quién está detrás de esto, puede que necesitemos otra pista. Alguna manera de empujar a quien lo hizo a cometer un error.

Spock y Uhura intercambiaron una mirada.

—Entonces necesitamos presionar a las personas adecuadas —dijo Spock—. Si encontramos a alguien que pueda estar conectado a las modificaciones, podríamos descubrir la verdad detrás de la desaparición de Rin.

—Déjenme continuar con esto —dijo Scotty—. Si hay algo más, lo encontraré. Nadie juega con mi nave y se sale con la suya.

Duodécimo Acto:

Dejaron a Scotty en la sala de máquinas, inmerso en su análisis. Mientras se dirigían de nuevo hacia la cubierta superior, Spock y Uhura discutían su próximo movimiento.

—Scotty nos ha confirmado que las modificaciones fueron hechas desde dentro —dijo Uhura—. Ahora sabemos que hay alguien a bordo que ha estado manipulando los sistemas de la Enterprise para encubrir lo que ocurrió con Rin. Pero aún no tenemos claro el motivo.

Spock, siempre racional, asintió.

—El siguiente paso es identificar quién tendría acceso a esos sistemas y quién se beneficiaría de la desaparición de Rin. Ya sabemos que el capitán Kirk tiene una conexión personal con ella, pero aún no hemos determinado si es culpable o si está siendo incriminado.

Uhura se detuvo un momento, considerando la posibilidad.

—¿Y si todo esto es una cortina de humo? ¿Y si el verdadero responsable está usando la conexión entre Kirk y Rin para distraernos de algo más grande?

Spock la miró, pensativo.

—Es una posibilidad. Pero hasta que tengamos más pruebas, debemos seguir investigando todas las pistas. Nuestra lealtad está con la verdad.

El misterio estaba cada vez más enredado, y cada pista que encontraban parecía llevarlos más cerca de una verdad inquietante. Con Scotty trabajando en los sistemas y Spock y Uhura buscando respuestas entre la tripulación, sabían que el tiempo se estaba acabando. Pero cuanto más descubrían, más peligrosa se volvía la situación.

Decimotercer Acto:

Mientras Scotty continuaba investigando las modificaciones en los sistemas de la nave, Spock y Uhura sabían que no podían perder tiempo. Decidieron que era hora de interrogar a los miembros de la tripulación que habían visto por última vez a la alférez Rin.

El primer nombre en su lista era el del teniente Kellen, un oficial de seguridad que había trabajado en el mismo turno que Rin la noche de su desaparición. Spock y Uhura lo encontraron en la sala de descanso, donde el teniente parecía estar distraído, con los ojos clavados en un informe sin leer.

—Teniente Kellen, ¿podemos hablar con usted un momento? —dijo Uhura, su tono firme pero amable.

El hombre levantó la vista, claramente nervioso. Sabía que estaba bajo escrutinio.

—Claro, lo que necesiten —respondió, intentando sonar relajado, pero sus manos se tensaron sobre el informe que sostenía.

Spock fue directo al grano.

—Entendemos que usted fue uno de los últimos en ver a la alférez Rin antes de que desapareciera. Cuéntenos lo que sucedió esa noche.

Kellen tragó saliva antes de responder.

—Sí… estuvimos juntos en el turno de seguridad. Nada fuera de lo normal. Hablamos un poco, pero Rin no era muy conversadora. Se la veía… —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Preocupada, supongo. Como si tuviera algo en mente. Le pregunté si todo estaba bien, pero solo me sonrió y dijo que estaba cansada. Luego se fue, y esa fue la última vez que la vi.

Uhura tomó la palabra.

—¿Alguna vez mencionó si tenía problemas con alguien en la tripulación? ¿Algún conflicto personal?

Kellen negó con la cabeza rápidamente.

—No, nada de eso. Rin siempre fue muy profesional. No se metía en problemas. Aunque ahora que lo mencionan… —hizo una pausa, como si recordara algo importante—. Había escuchado rumores de que estaba cerca de un ascenso. Tal vez eso la tenía un poco nerviosa.

Spock observó el lenguaje corporal del teniente. Aunque no mentía, parecía contener algo.

—Teniente Kellen, ¿alguna vez notó una relación cercana entre la alférez Rin y el capitán Kirk? —preguntó Spock, con su característico tono impasible.

Los ojos de Kellen se agrandaron, y se removió incómodo en su asiento.

—Bueno… había rumores —confesó, bajando la voz—. Algunos decían que Rin y el capitán se conocían de antes. Pero ya saben cómo son los chismes en una nave. No pensé que fuera algo importante.

Spock asintió, procesando la información. Las piezas comenzaban a encajar, pero aún quedaban muchas preguntas sin respuesta.

—Gracias, teniente. Si recuerda algo más, por insignificante que sea, por favor, háganoslo saber —dijo Uhura, antes de que ambos se levantaran para irse.

El siguiente en la lista era la alférez Saavi, compañera de habitación de Rin y una oficial de comunicaciones. La encontraron trabajando en la sala de comunicaciones auxiliar, revisando registros de las últimas transmisiones.

—Alférez Saavi, necesitamos hablar con usted sobre su compañera de cuarto, la alférez Rin —dijo Uhura, tomando un asiento frente a ella.

La joven oficial levantó la vista, sus ojos tristes y cansados.

—Lo que quieran, teniente. Aún no puedo creer que haya desaparecido. Rin y yo éramos bastante cercanas, pero nunca pensé que algo así podría sucederle.

Spock se inclinó ligeramente hacia adelante, haciendo la primera pregunta.

—¿Notó algo extraño en el comportamiento de Rin antes de su desaparición?

Saavi suspiró y asintió.

—Últimamente estaba muy distante. No como solía ser. Al principio pensé que era por el estrés del trabajo. Hablaba mucho sobre el ascenso, pero también había algo más. Se quedaba despierta hasta tarde, escribiendo en su diario, pero nunca me dejaba leerlo. Era como si estuviera lidiando con algo grande, algo que no podía compartir.

—¿Alguna vez mencionó al capitán Kirk? —preguntó Uhura, estudiando la reacción de Saavi.

Saavi frunció el ceño, sorprendida por la pregunta.

—No directamente, pero… una noche la escuché murmurar su nombre mientras dormía. Parecía tener una pesadilla, estaba muy inquieta. Nunca le pregunté al respecto. No quería incomodarla.

Uhura intercambió una mirada significativa con Spock.

—¿Y hubo alguna conversación que recuerde, algo que pudiera darnos una pista de lo que estaba pasando? —presionó Spock.

La alférez pensó por un momento antes de responder.

—Bueno, hubo una vez que mencionó algo sobre recibir mensajes extraños. No me dio detalles, pero me dijo que los ignorara si los veía. Yo pensé que era una especie de broma, o algo relacionado con su trabajo… pero ahora, no estoy tan segura.

El comentario sobre los mensajes resonó en la mente de Uhura. Sabía que no era una coincidencia que esos mensajes “extraños” pudieran estar relacionados con las comunicaciones cifradas que ya habían descubierto.

—¿Recuerda qué tipo de mensajes? ¿O desde dónde podrían haberse enviado? —preguntó Spock, su interés intensificándose.

—No sé nada más sobre eso. Lo siento —respondió Saavi, mordiéndose el labio—. Si hubiera sabido que algo estaba tan mal, hubiera insistido en que hablara con alguien…

Spock se levantó, dándole una última mirada antes de marcharse.

—No se culpe, alférez. Ha sido de gran ayuda.

Mientras abandonaban la sala de comunicaciones, Uhura se giró hacia Spock.

—Rin estaba recibiendo mensajes que no quería que Saavi viera. Y esos mensajes seguramente tienen algo que ver con las comunicaciones cifradas que encontramos.

—De hecho —respondió Spock—. Ahora tenemos una nueva pista que explorar. Necesitamos rastrear esos mensajes y descubrir quién los enviaba. Si fueron manipulados desde la nave, Scotty podrá rastrearlos.

Decimocuarto Acto:

Mientras Spock y Uhura repasaban las nuevas pistas, Uhura no podía dejar de pensar en lo que Saavi había dicho sobre la vida privada de Rin y los extraños mensajes. Si bien la alférez había sido reservada, algunas piezas comenzaban a encajar. ¿Y si la clave para resolver el misterio estaba en su vida personal?

—Spock —dijo Uhura, deteniéndose en el pasillo—, hay algo que me intriga. Hemos estado siguiendo el rastro de sus relaciones profesionales, pero no sabemos mucho sobre su vida privada. ¿Y si había alguien más en la nave con quien Rin tenía una relación cercana, alguien fuera del círculo de trabajo?

Spock arqueó una ceja, considerando la sugerencia.

—Si la alférez Rin estaba involucrada sentimentalmente con alguien en la nave, esa persona podría tener información relevante, o incluso estar directamente relacionada con su desaparición —respondió.

Uhura asintió.

—Tal vez deberíamos hablar con algunas de sus amistades más cercanas. Tal vez Saavi o alguien más pueda indicarnos si Rin tenía alguna relación fuera de lo común.

Decidieron empezar con Saavi, a quien encontraron en su puesto de trabajo. Uhura se inclinó hacia ella, adoptando un tono de voz más bajo.

—Alférez, sé que ya nos ha ayudado mucho, pero necesitamos saber un poco más sobre la vida personal de Rin. ¿Tenía alguna pareja conocida o alguien con quien pasaba mucho tiempo fuera del trabajo?

Saavi frunció el ceño, claramente sorprendida por la pregunta.

—No que yo sepa… Rin era muy reservada con su vida privada. Pero ahora que lo mencionan, recuerdo algo… —se detuvo, como si dudara en compartirlo—. La vi un par de veces con una oficial que no me era familiar. Se encontraban en lugares apartados, como si no quisieran que nadie las viera juntas.

Uhura intercambió una mirada con Spock.

—¿Podría describir a esa oficial? —preguntó Spock.

Saavi asintió lentamente.

—Era alta, de cabello oscuro. Creo que llevaba el uniforme de operaciones, pero no estoy segura. Lo extraño es que nunca la vi en los turnos habituales ni en las reuniones de la tripulación. Era como si no existiera en los registros oficiales.

Spock se mostró pensativo. La descripción coincidía con alguien que podía moverse por la nave sin llamar la atención, lo que levantaba más sospechas.

—Gracias, alférez. Nos ha dado una pista importante —dijo Uhura.

Cuando se alejaron, Uhura no pudo evitar especular.

—Si esta oficial es real y no está en los registros, entonces estamos hablando de alguien que se mueve en las sombras. Podría haber manipulado las comunicaciones o incluso haber tenido acceso al diario de Rin.

—Deberíamos investigar si alguna persona con esas características ha estado a bordo en misiones temporales o en periodos donde el control de personal es menos estricto —añadió Spock—. Scotty podría ayudarnos a rastrear cualquier irregularidad en las asignaciones de personal.

Mientras los dos oficiales se dirigían hacia la ingeniería, Uhura no podía dejar de pensar en la posibilidad de que esta figura misteriosa fuera más que una simple amante secreta de Rin. Podría ser la clave para entender la verdadera razón detrás de su desaparición y las implicaciones que tenía para el capitán Kirk.

Decimoquinto Acto:

Spock y Uhura se dirigieron a la ingeniería, donde Scotty seguía trabajando en la revisión de las comunicaciones y los registros de la nave. Al llegar, lo encontraron inclinado sobre una consola, con la expresión concentrada y el ceño fruncido.

—Scotty, tenemos una nueva línea de investigación —dijo Spock sin rodeos—. Necesitamos saber si hay alguna oficial a bordo que coincida con esta descripción: alta, cabello oscuro, posiblemente en uniforme de operaciones, pero que no aparece en los registros oficiales.

Scotty levantó la vista, visiblemente sorprendido por la solicitud.

—¿Alguien que no esté en los registros? Esas son palabras graves, señor Spock. El sistema de la nave está diseñado para evitar que nadie ande de polizón, por así decirlo. Pero si hay alguna anomalía, la encontraré.

Se giró hacia la consola, sus dedos volando sobre los controles con destreza. Mientras revisaba los registros de personal, Uhura sintió la urgencia de la situación. La alférez Rin podría haber estado involucrada en algo mucho más oscuro de lo que habían imaginado, y el rastro de la misteriosa oficial podría ser la clave.

—Aquí hay algo extraño —murmuró Scotty después de unos minutos—. He encontrado algunas entradas en el sistema relacionadas con transferencias de personal que no siguen el patrón habitual. Al parecer, hay registros de una oficial de operaciones asignada temporalmente a la nave para realizar “labores de asistencia técnica” en intervalos cortos, pero su nombre no aparece en ningún informe oficial de la Flota Estelar.

Spock alzó una ceja, intrigado.

—¿Cuáles son las fechas de esas asignaciones?

Scotty revisó la pantalla.

—Son anteriores a la desaparición de la alférez Rin, pero coinciden con algunos momentos en los que se reportaron fallos menores en el sistema de comunicaciones. Parece que alguien ha estado manipulando los registros para encubrir su presencia.

Uhura cruzó los brazos, pensativa.

—Si esta oficial tiene acceso a la nave y ha sido capaz de borrar sus huellas, puede estar implicada no solo en la desaparición de Rin, sino también en la manipulación de los mensajes y las comunicaciones cifradas que encontramos.

—Debemos identificarla y averiguar si sigue a bordo —añadió Spock—. Scotty, ¿puede rastrear algún acceso no autorizado a los sistemas durante las fechas en las que esa oficial estuvo a bordo?

Scotty asintió, ya volviendo a teclear en la consola.

—Voy a revisar los registros de acceso a las áreas restringidas y las bitácoras de los sistemas principales. Si hubo alguna intrusión o manipulación de datos, lo sabremos.

Mientras Scotty trabajaba, Uhura se volvió hacia Spock.

—Esta situación es cada vez más compleja. Hay demasiadas incógnitas y parece que estamos enfrentando algo más grande que una simple desaparición.

Spock asintió, su mirada seria y enfocada.

—La verdad suele ser más profunda de lo que parece a primera vista, teniente. Y en este caso, parece que estamos rascando la superficie de una conspiración.

En ese momento, la consola de Scotty emitió un sonido de alerta.

—¡Eureka! —exclamó el ingeniero—. Encontré un registro sospechoso. Alguien accedió a los sistemas médicos y de comunicaciones en varias ocasiones, y no debería haber tenido autorización. Parece que las credenciales utilizadas pertenecían a la alférez Rin, pero las marcas de tiempo son inconsistentes con su última ubicación confirmada.

Uhura frunció el ceño.

—Entonces, quien sea que manipuló esos registros estaba tratando de hacer pasar su acceso como si hubiera sido Rin.

—Exactamente —confirmó Scotty—. Y también he encontrado un patrón que sugiere que esta persona seguía a Rin. Sus accesos coinciden con la aparición de los mensajes extraños que Saavi mencionó.

Spock intercambió una mirada con Uhura.

—Parece que estamos tras la pista de alguien con la capacidad y los conocimientos para moverse en las sombras. Ahora, solo queda averiguar quién es y cuál es su verdadero objetivo.

La investigación los llevaba cada vez más cerca de la verdad, pero también ponía en evidencia que la seguridad de la Enterprise había sido comprometida de manera más seria de lo que nadie hubiera imaginado.

Decimosexto Acto:

Scotty se quitó la gorra y la pasó por su frente, dejando escapar un suspiro.

—Creo que hemos llegado al punto en que esto debe ser reportado al capitán. Son anomalías demasiado graves como para manejarlas por nuestra cuenta.

Spock intercambió una mirada con Uhura. Ambos sabían que informar a Kirk era lo más protocolario, pero hacerlo podría poner en riesgo la imparcialidad de la investigación, sobre todo considerando las posibles implicaciones personales del capitán con la alférez Rin.

Uhura fue la primera en romper el silencio.

—¿Qué pasa si informamos al capitán y… él ya sabe algo de esto? —dijo con cautela—. O peor, ¿qué pasa si se siente comprometido y decide cerrar la investigación para proteger su carrera?

—Esa es una posibilidad que no podemos ignorar —respondió Spock con su característico tono lógico—. Sin embargo, nuestra posición como oficiales de la Flota nos exige mantener informada a la cadena de mando.

Scotty se cruzó de brazos, claramente incómodo con el debate.

—Conozco al capitán. No me gusta ni por un segundo la idea de que lo dejemos al margen. El hombre ha estado en situaciones peores y siempre hace lo correcto.

Uhura suspiró, comprensiva pero firme.

—No es una cuestión de confianza, Scotty. Es una cuestión de lo que puede significar para él y para nosotros si lo involucramos antes de estar seguros. Sabemos que tenía un vínculo con Rin en el pasado, y si esa relación se revela ahora, podría empañar su juicio o complicar aún más las cosas.

Spock mantuvo la vista fija en la consola, sus manos entrelazadas detrás de la espalda.

—Sin embargo, ocultar esta información podría ser considerado como una violación de nuestros deberes. Nos encontramos en un dilema ético.

El silencio se extendió mientras cada uno procesaba las opciones. Scotty, visiblemente frustrado, lanzó un suspiro.

—Maldita sea. Entiendo lo que dicen, pero esto no me sienta nada bien.

Uhura se volvió hacia Spock, buscando su opinión final.

—¿Qué hacemos, señor?

Spock inclinó la cabeza ligeramente, en su característico gesto reflexivo.

—Lo que está en juego no es solo nuestra lealtad al capitán, sino la integridad de esta investigación. Si hablamos con el capitán ahora, podría interferir sin querer en el curso de los eventos. Si no lo hacemos, estaríamos actuando fuera del protocolo.

Uhura asintió lentamente.

—Entonces, tal vez podamos ganar algo de tiempo. Si Scotty sigue buscando más pruebas y nosotros avanzamos en la investigación, podríamos tener algo más sólido antes de informarle.

Scotty soltó un gruñido bajo.

—Voy a seguir hurgando en los registros, pero esto tiene que llegar al capitán tarde o temprano.

Spock levantó una mano para calmar al ingeniero.

—Lo que proponemos no es ocultar la verdad, sino asegurarnos de que tengamos una verdad completa. Será el capitán quien decida qué hacer, pero no hasta que hayamos agotado todas las pistas disponibles.

Uhura se acercó a Scotty, colocando una mano en su hombro.

—Confiamos en ti, Scotty. Si alguien puede ayudarnos a desentrañar esto sin levantar sospechas, eres tú.

El ingeniero asintió con un suspiro resignado.

—De acuerdo, pero más vale que sepan lo que están haciendo. Esto es jugar con fuego.

Spock y Uhura intercambiaron una mirada de entendimiento. Sabían que cada decisión que tomaban los acercaba más a la verdad, pero también los ponía en una posición cada vez más delicada. La investigación no solo era un rompecabezas; también era una prueba de lealtad, ética y valor.

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¿Qué sucedió con la alférez Rin?

Spock ya está tras las pistas, pero la USS Enterprise aún guarda secretos oscuros.

🌌 Descubre lo que viene a continuación en el próximo capítulo de Sombras en el Vacío.

➡️ Leer el Capítulo 2

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