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Kat ha terminado de comer en silencio, mientras escuchaba a Mirrowin hablar con Sur Dex al respecto de la ruta para regresar y de cómo asegurarse de no tener malos encuentros. Ella no conoce el camino, ni sabe de estrategias defensivas contra orgones. Le gustaría una sesión de entrenamiento intensivo en defensa pero sabe que no es el momento.

Se limita a escuchar y a analizar mientras termina su carne cocida. Al terminar de comer se levanta y le dice a ambos.

-Estoy lista, ¿ya nos vamos o qué hacemos ahora?

-Muy bien Kat, enjuaga en la cascada todo lo que usamos para comer o tomar el té, fijate que queden limpios para guardarlos. Deja un poco de comida para los mapaches y guarda todo donde lo encontraste.

-Es mejor que la cueva quede lista por si necesitamos usarla después, saca de las alforjas que tiene Rowin los frascos con comida y hierbas secas que traje, eso repondrá las que usamos. Apaga el fuego con agua, y verifica si hay leña para hacer otra fogata.

-Bien, ya lo hago

Kat hace todo lo que le pide Mirrowin y le reporta.

-Ya guardé todo, dejé unas frutas secas en ese rincón para los mapaches. Estos son los frascos vacíos, y hay leña suficiente para otra fogata. ¿ahora podemos irnos?

-Muy bien Kat. Déjame enseñarte a hacer un nudo para que te pongas tu banda de la cintura, y tengas a la mano tu puñal. Mira…

Con cuidado de no lastimarse, Mirrowin le ajusta la cinta y le muestra la forma de anudarla. Kat se siente cada vez más cercana de esa guardiana. No puede evitar admirar que se enfrentara sola a esas criaturas desagradables que viera en su trayecto al refugio.

-Listo dice Mirrowin. –Vámonos ya. Sur Dex, ven por Kat, yo subiré en Rowin.

Ambas mujeres montan y salen de la cueva con un salto de sus respectivas monturas, pero hay una diferencia. Mirrowin lleva el rumbo de su ciervo, Kat simplemente se sostiene sobre el gran lobo pardo, y se deja llevar.

Avanzan rápidamente junto al río (ese río era el Brunin, pero más cerca de su nacimiento en la cima.) Mientras van avanzando, Sur Dex le va diciendo a Kat detalles importantes del terreno por donde avanzan.

Le dice que un día deberá conocer toda la Montaña Sagrada, para hacer bien su papel de protectora,

Kat sigue teniendo el olfato de un zorro, y va revisando los olores para cerciorarse de que no hay orgones cerca. Su pestilencia era tan desagradable como inolvidable.

Mirrowin se sostiene bien sobre su montura, pero el resto del grupo va cerciorándose de que no tenga problemas por su herida. En un punto del camino, ya cercano a la casa de la guardiana, hace un alto y se detienen detrás de ella.

-La casa quedó casi intacta, solo hay algunos daños para reparar. Pero antes de llegar quería recoger algo que necesito. ¿me ayudas, Kat?

Ambas mujeres bajan de sus monturas, y Mirrowin se acerca a una pila de rocas llenas de musgo junto a varias plantas y arbustos. Kat la sigue de cerca con curiosidad.

Mirrowin se pone en cuclillas cerca de un arbusto, y le pide a Kat

-Mira estos hongos que están debajo del arbusto. Recógelos por favor, y guárdalos en mi alforja. También corta las hojas más grandes de este arbusto, unas seis o siete. Cuando termines regresa aquí.

Kat cosecha rápidamente los vegetales y regresa, los hongos eran muy curiosos, blancos y grandes con manchas rojizas en el capuchón. Las hojas eran verde intenso, en formas de corazón y con una textura aterciopelada. Olían a frescor.

-Listo.

-Ahora, recoge un poco de esa arcilla que tiene musgo, y ponla en uno de los frascos vacíos que guardaste. Con que llenes uno de ellos es suficiente.

Kat se apresura a llenar el frasco de arcilla musgosa, y al terminar se acerca a su tutora.

-Listo.

-Vámonos ya, quiero regresar con luz de día.

Recuento de daños

Ambas vuelven a subir a sus monturas, y regresan rápidamente a su casa. Al llegar puede verse que ha habido algo de destrucción en los alrededores, el pequeño almacén de la leña está muy maltrecho y hay arañazos profundos en la puerta de entrada. Hay algo de lodo pestilente ensuciando las paredes y algunos vidrios rotos del tragaluz de mariposa. Las ventanas también se ven dañadas.

-Mirrowin baja de Rowin, y lo libera de los accesorios que le pone para montarlo. Una brida de cuero alrededor de su cabeza y hocico, para guiarlo. Una manta tejida, gruesa y suave con dibujos de grecas y una cubierta rígida de montar hecha de cuero y madera tallada, con estribos largos a ambos lados que terminan en aros tejidos de piel para acomodar los pies.

En la parte de atrás de la silla de montar lleva las alforjas o mochilas de grueso cuero donde van  guardadas las cosas que transporta.

Cervatana

Unas cuerdas, un cuchillo grande, un par de pedernales, un hacha pequeña de mango de asta de ciervo, unas pinzas,  los frascos y los vegetales que cosechó Kat, la arcilla, y unas pequeñas esferas ligeras de madera muy delgada.

También hay pedazo largo y delgado de bambú hueco, y otro que era un pequeño contenedor con tapa que traía unos proyectiles con pequeñas plumas en la parte contraria a una punta afilada. Luego le dirían que eso se usa como arma, y se llama Cerbatana.

Kat ayuda a desenjaezar al ciervo y lleva a la casa las cosas, mientras Mirrowin se despide de su amigo.

Rowin

-Gracias, Rowin. Tu apoyo siempre me saca de apuros. Cuídate mucho amigo, te encargo mis mensajes por favor.

-De nada Mirrowin. Tú cuídate esa herida, yo me encargo de avisar. Llámame cuando me necesites, siempre estaré cerca de ti. ¡Hasta la próxima!.

El ciervo se aleja a buen paso hacia el bosque detrás de los abetos y Mirrowin lo pierde pronto de vista. Su lazo con ese ciervo es muy antiguo, y no puede evitar extrañar su presencia cuando no están juntos. Suspira profundamente y entra a la casa.

Kat ya ha acomodado las cosas en el piso de la casa sin saber dónde ponerlas, y espera mientras ve con algo de pesar la mariposa rota en el techo. Mirrowin la ve y se enternece de ver su rostro un tanto apesadumbrado por su tragaluz.

-Ya lo arreglarán, no te preocupes. Hay que recoger los trozos del suelo para no lastimarnos. ¿podrías hacerlo?

-Claro, no te preocupes.

Kat empieza a levantar con las manos los trozos y se corta.

-Ouch!

-Su dedo empieza a sangrar un poco y se para a quitarse el trozo de cristal que tiene enterrado. Luego se lame la herida para limpiarle la sangre, y termina mientras ve a Mirrowin a un lado de ella, con aire extraño.

La propuesta

-Kat, ¿confías en mí?

-¡Claro Mirrowin!, prácticamente me salvaste la vida y luchaste para defenderme, eso no lo hace cualquiera.

-¿Harías un pacto de lealtad conmigo entonces?

-¿un pacto?

-Si, para que unamos nuestros corazones y nuestros sentimientos. Es especialmente útil para comunicarse a distancia.

-Entonces sí, quiero hacer el pacto.

-Bien, hoy en la noche lo haremos. Sigue limpiando con cuidado.

En ese momento Sur Dex se asoma a la puerta. (el gran lobo no cabe a través de ella)

Lobo Pardo

-¡Mirrowin, ya vienen!.

-Gracias, grandote, voy

Clan de los Castores

La guardiana sale deprisa, y se oyen voces afuera. Kat escucha que su maestra habla con varios extraños de pequeñas voces, y le da curiosidad. Quiere asomarse pero entonces escucha ruidos de pasos, alrededor y luego encima de ella, en el techo.

Al voltear ve dos pequeños castores ¡que llevan bolsas y herramientas!, empiezan a trabajar en el tragaluz con diligencia después de saludarla.

-Hola, con permiso princesa. Vamos a hacer ruido y seguro habrá cosas cayendo. No le recomendamos estar ahí.

Kat está a punto de hacerles plática a esos dos simpáticos roedores cuando Mirrowin llega a empujarla suavemente.

-Muévete de aquí muchacha, o acabarás llena de polvo. Ayúdame en la cocina a prender fuego, y hay que prepararle comida a la Cuadrilla de Castores.  

-¿La Cuadrilla de Castores?

-Si, esa misma. Pon la leña en la estufa, que estamos esperando muchas visitas que no han llegado todavía. Date prisa, con una sola mano me voy a tardar más en hacer las cosas.

-¿Quién más vendrá?

-Al caer la noche llegará Fedinthor, el Guardia Elemental y su grupo de aprendices conocido como los Dinharam, en mi lengua.  Son los curanderos de mi Clan, van a ayudarme con mi herida. Y haremos una ceremonia.

Alrededor de la casa hay mucho ruido y movimiento, todos los desperfectos de la batalla con los orgones se están limpiando y reparando con rapidez y mucha dedicación.

Golpes, pulidos, pegados, ajustes, cambios y muchas acciones se llevan a cabo, todo al ritmo de una cancioncilla que los miembros de esa simpática cuadrilla cantan animadamente.

-Clan de los Castores

Somos los mejores

Nadie nos supera para construír

Las casas de todos

y presas en el Brunin

 o en cualquier río al que podamos ir

Centros de reuniones

Templos y santuarios

Todos los espacios para bien vivir

Arcillas y maderas

y nuestras herramientas

Sabemos usarlos con arte sin fin

Rocas, Vidrios y arenas

En grutas o en las cuevas

Casi cualquier cosa haremos para ti

Clan de los castores

Somos los mejores

Nadie nos supera para construir

Todo lo arreglamos

Pulimos y pegamos

Juntos llegaremos a cualquier confín

Tu vida mejoramos

A tu clan ayudamos

Llama a los castores,

¡no te vas a arrepentir!

Al alegre ritmo de este canto el trabajo va avanzando con prontitud. Todos saben lo que tiene que hacer, laboriosamente avanzan y van dejando cada espacio impecable.

De vez en cuando al cruzarse entre sí en su camino entrechocan sus herramientas o aplauden con sus planas colas al ritmo de su tonadita pegajosa, y sin darse cuenta Kat comienza a tararearla y a moverse al compás.

Ver trabajar a ese grupo de dinámicos roedores hacía que todo pareciera más vivaz, y podría hacer sonreír hasta a las frías estatuas.

La cena

En la cocina de la casa, Kat y Mirrowin se apuran también a preparar comida y bebidas.

Una refrescante infusión de menta y limón, endulzada con miel de avispa en jarras de cristal. Canastillas llenas de frutas y semillas, que los mismos castores trajeron para tener comida. Pan como el que preparara Mirrowin antes del ataque de los orgones, y una ensalada de hojas frescas con semillas y setas crudas rebanadas.

¡Es una suerte que en la batalla no hayan destruido el huerto que Mirrowin siembra detrás de su casa!

Kat está aprendiendo a usar sus manos como humana, y se desenvuelve cada vez mejor en su cuerpo de adolescente. Ahora que su tutora no puede hacer uso de sus dos manos se ha visto obligada a hacerse cargo de las cosas que le ha visto hacer, y aprende rápido.

Ambas se han contagiado del cantar del clan constructor, y Mirrowin se contornea a su ritmo.

Gira la cadera con gracia y sensualidad, mueve sus pies ágilmente al compás, girando y brincando; ondea su mano sana como dibujando en el aire líneas y figuras curvas, su cabeza gira suavemente a un lado y otro moviendo su cabello en el aire.

bailar

Su baile es tanto alegre como muy femenino y elegante. Kat la mira con asombro, sus ojos brillan con deleite.

-¿Qué estás haciendo? ¿por qué te mueves así?

Celebrando

-¡Estoy bailando Kat!. Siempre me ha gustado la canción del Clan de los Castores. Y como me siento alegre de que pude protegerte de los Orgones, estoy celebrando con este baile…

-¡Baile! ¡yo quiero aprender a bailar! Se ve muy divertido, quiero hacerlo

-Solo haz lo mismo que yo para llevar tu cuerpo al ritmo, pero cuando lo domines, podrás inventar tu propio movimiento. Ven, mira y aprende…

Ambas mujeres salen de la casa y bailan alegres en la suave grama. Mirrowin es una gran bailarina, y Kat descubre que tiene un talento natural para llevar el ritmo.

La agilidad de su naturaleza de Zorro le otorga ligereza a sus pies, y muy pronto incorpora su cola ondulante a los pasos que aprende.

Sur Dex se contagia de ese ambiente alegre y empieza a brincar alrededor de las mujeres moviendo la cola, ¡es todo un espectáculo el trío de amigos con sus risas y sus bailoteos!

El ritmo baja de intensidad en el cántico de los pequeños castores, y pronto todo queda en silencio.

El trío inusual se queda inmóvil por la ausencia del ritmo, Kat y Mirrowin están una frente a la otra. Ambas están jadeantes por el ejercicio y las risas, sus mejillas arreboladas y sus pupilas brillantes.

Espontáneamente se abrazan mientras Sur Dex se acerca y empuja por la espalda a Mirrowin, que voltea a ver al enorme lobo y recibe una lluvia de lengüetazos, para cambiar a la cara de Kat y así sucesivamente.

La sorpresa de esa gran cabeza de lobo entre ellas hace que las mujeres trastabillen y caigan aparatosamente, mientras siguen riendo y el lobo brinca juguetón alrededor de ellas, es un momento muy tierno que muestra los lazos que los tres han formado.

El líder del Clan de los Castores se acerca a ellos sonriendo.

-Lamento interrumpir, pero quiero reportar que hemos terminado los arreglos. Necesito que me acompañe a revisar si todo ha quedado según sus deseos.

-Voy, capataz Gux. Gracias. Kat, levántate y dame una mano para ponerme de pié. Sur Dex, deberías revisar el bosque y cenar algo, grandote. Aquí también vamos a hacerlo.

Sur Dex asiente con la cabeza y se aleja corriendo hacia los abetos, aprovecha para revisar los alrededores. No hay que bajar la guardia mucho tiempo.

El pequeño capataz camina por delante de las dos mujeres, y rodean la casa mientras reciben el reporte.

Cambios y arreglos

-Hemos limpiado de gambrea (es el término con el que alguien bautizó al lodo apestoso de los orgones) todas las superficies, y se han resanado los arañazos. Volvimos a pintar las paredes de su color, y cambiamos las ventanas que estaban rotas.

-Se cambió la puerta de la entrada por una nueva hecha de lámina de metal para hacerla más resistente, y por dentro hemos hecho un sistema de cierre con barras de metal también, ahora es muy difícil tirarla desde fuera.

-Lo mismo hemos hecho con la puerta de la cocina que da al huerto, y hicimos más grande la covacha de la leña seca. Aprovechamos para volver a llenarla de leña hasta el tope.

-Ampliamos el horno que está afuera, ahora es más grande para meter más cosas a cocer. La alacena es del doble de tamaño ahora, con más repisas y un mueble con cajones.

-Debajo de la recámara de la princesa cavamos un pequeño sótano con un túnel que sale hacia el pozo, de tal manera que se puede esconder o escapar sin ser vista desde la casa.

Dentro de ese sótano hay una pequeña cama y una pequeña alacena, ya llena de alimentos secos y empacados para evitar que se pudran, ropa de cama y material de curación para heridas.

-Revisamos el pozo de agua y le hicimos una tapa nueva, la anterior ya estaba algo vieja y empezaba a romperse. El armazón de las ventanas ya es de metal y no de madera, con el mismo sistema de seguridad de la puerta principal pero más pequeño y ligero para poder usarlo con comodidad. Las reforzamos para cerrarse desde adentro.

-El tragaluz lo hemos cambiado por una celosía de cristales de colores. Pero ahora ya no puede abrirse y cerrarse para evitar riesgos. Espero que le guste el nuevo diseño, Guardiana. Lo hicimos tal y como nos indicó. Las láminas de cristales las trajimos del Templo de Vusin especialmente para esto.

El nuevo tragaluz

Recorrieron con ese pequeño y eficiente líder cada rincón de la casa para ver todos los trabajos que ahora les entregaba, los arreglos y las cosas nuevas. REcorrieron toda la casa en cada rincón.

Al llegar al final del reporte ya estaban debajo de la nueva celosía del tragaluz, que ahora tenía el dibujo del Pentaciclus y estaba hecho de metal dorado y láminas de enormes cristales de cuarzo.

El diseño era perfecto, y brillaba con la luz del sol. Sus colores de diferentes tonos de azul estaban combinados de acuerdo con un objetivo de protección.

Kat miraba el Pentaciclus con una fascinación y curiosidad que no podía ocultar.

 -¿Qué es eso, Mirrowin?

-Mas tarde te voy a explicar qué es, Kat.  Espera un poco.

-¿Está satisfecha con nuestro trabajo, guardiana Mirrowin? Pregunta el regordete castor con aire formal.

-Estoy satisfecha con su trabajo, Capataz Gux del Clan de los Castores. Agradezco su eficiencia, su gran trabajo y su arte en los arreglos de mi hogar, me honran dándome su tiempo.

-¿Serían tan amables de compartir con nosotros una cena antes de que se vayan? Queremos que repongan sus fuerzas.

-Como se ha dado por satisfecha, hemos terminado nuestra jornada aquí. Estaremos complacidos de cenar con ustedes.

El gran barullo

Toda la ceremonia se ha terminado en la actitud del castor, que sonríe ampliamente y se lleva los dedos de una de sus manos a la boca, sopla y pega un silbido fuerte que retumba por la casa.

-¡FIIIIIIIIIUUUUUUUU! ¡A cenaaaaar!

Un grito de júbilo de todo el clan de los castores se escucha por todos lados, y pronto se ven rodeadas de los roedores que entran como marabunta a la cocina de la casa, hablando entre ellos en una cacofonía muy curiosa y alegre.

El tamaño de los regordetes constructores hace que no puedan sentarse a comer a la mesa sin quedar a una altura como de niños pequeños, por lo que se limitan a tomar las canastillas llenas de comida que ya estaban preparadas en la mesa.

Mirrowin sonriendo guía a Kat y le pide que les sirva la bebida que prepararon, los alegres comensales estaban sentados en corro afuera de la casa, en donde antes ambas habían disfrutado su baile.

Kat les va sirviendo agua a los que levantan sus pequeños vasos , y Mirrowin les ofrece pan y ensalada, que devoran con gusto. Con rapidez se terminan toda la comida y bebida.

Empiezan a platicar en una simpática sobremesa donde se jactan de lo rápido y eficiente que han trabajado, de lo bonito del nuevo tragaluz, de lo resistentes de las puertas y ventanas, de cada detalle que hicieron con tanta habilidad y maestría que pareciera magia.

Un par de ellos saca unas pipas de madera, donde se ponen a fumar unas aromáticas hierbas secas que al quemarse sacan un humo blanco muy perfumado.

Otro de ellos saca a escondidas una botellita transparente con un líquido color rojizo, que olía a fermentado. Los demás lo ven y empiezan a pedirle un trago, les dice que no y se corretean para quedarse con esa botellita.

Las hembras del Clan empiezan a recolectar hierbas y hongos de los alrededores mientras platican, algunas parejas jóvenes se van separando discretamente del grupo para hablar en privado.

La pradera está bulliciosa por un ratito mientras Kat y Mirrowin comen un poco con ellos, sentadas también en la hierba. Kat mira al clan con curiosidad divertida. ¡se ven felices, satisfechos y muy unidos!

Es un grupo muy diferente del Clan de los Lobos, tan serio y ceremonioso.

De pronto, un gran castor con cabello algo canoso se pone de pié al centro del círculo con un bastón, y todos guardan silencio.

Con un aire tranquilo empieza a tararear la misma canción con la que trabajan, pero a un ritmo más tranquilo. De la nada los demás sacan flautas, tambores, pequeños laúdes y otros instrumentos para cantar y tocar música. Ahora se escucha distinto, como un himno de orgullo, de pertenencia.

Se oye muy armonioso, pero al mismo tiempo dan ganas de pertenecer a este clan tan laborioso y tan unido. Cantan con muchas ganas, a pleno pulmón.

Al terminar, recogen sus cosas, se sacuden las hierbas pegadas a su pelambre, se asean unos a otros y se despiden con una graciosa reverencia. El líder del Clan se ha acercado a despedirse.

-Hasta pronto, guardiana, princesa. Ha sido un placer responder a su llamado.

-Hasta pronto Capataz. Gracias por todo.

Nuevos visitantes

El Capataz se aleja con prisas para unirse a su clan, que va avanzando hasta perderse entre los árboles. Poco a poco todo se queda en silencio otra vez, con los ruidos normales del bosque.

Un aroma familiar llega a Kat con la brisa, Sur Dex ya viene de regreso. Pero no está solo, de entre los árboles salen el gran lobo y un grupo de cinco personas, todos parecidos a Mirrowin y cabalgando en grandes ciervos.

Mirrowin se levanta lo más rápido que puede y se acerca a recibirlos, mientras Kat recuerda que faltaban los visitantes del clan de los guardianes por llegar.

Se puso un poco nerviosa, ese grupo de personas se veían muy serias comparadas a los regordetes y sonrientes rostros de los castores que acababan de irse.

Nueva actitud

Mizu ha llegado al territorio del Clan de los Delfines y se despide de su nuevo amigo con cordialidad, hablar con Cérteron en el camino de regreso ha sido muy reconfortante después de las emociones del llamado del Espíritu del Mar.

Recibir su investidura como Portadora del Agua ha sido una sorpresa muy interesante.

Tirim la recibe cantando y con unas piruetas de alegría, poco después la abuela tortuga llega a darle la bienvenida.

-¡Abuela! Me alegra verte, tengo mucho que platicar contigo. Creo que es hora de despedirme del Clan de los delfines y regresar a mi cuerpo terrestre.

-Tirim, tengo un mensaje para Maese Ornaz, ¿me llevas con él por favor? Debo decirle algo antes de volver a la playa.

-Claro princesa, me alegra verte tan entusiasta. Antes estabas un poco deprimida con lo de los orgones…

-¡Ya estoy muy bien, gracias Tirim! Abuela, acompáñame por favor, y luego iremos a casa.

Tirim y la gran tortuga intercambian una mirada curiosa, ambos pueden notar que algo ha cambiado con Mizu y se alegran de verla tan segura de sí misma, tan dinámica.

Avanzan nadando en el agua, Mizu va jugando con Tirim formando toroides de agua y pasando a través de ellos en una alegre carrera acuática. La abuela tortuga los sigue de cerca, pendiente de ellos y de su entorno.

Llegan rápidamente al naufragio donde Mizu cambió de cuerpo tiempo atrás y se van directo al vistoso jardín del pulpo artista. Esta vez, se acercan despacio para no estropear el orden de los adornos, Mizu no quería despertar el mal genio del temperamental octópodo.

Comunicando misiones

-¡Maese Ornas! ¡Ven por favor, tengo algo que decirte! Llama la adolescente con alegría

-¿Quién me busca? ¡Princesa! Vaya, me honra con su visita, ¿en qué puede servirla este viejo pulpo?

-Te tengo un mensaje del Espíritu del mar, Maese. Dice que muchas gracias a ti y a tu Clan por hacer esos jardines tan bellos y artísticos, que cumples muy bien la labor que te ha encomendado.

Los ojos de Tirim y del pulpo se abren tanto que parece que se van a salir de sus cabezas con la sorpresa. El pulpo sale disparado de la emoción y gira en medio de una nube de tinta que se le escapa por tanto entusiasmo (a veces los pulpos artistas tienen incontinencia de tinta cuando no controlan sus emociones)

Regocijo compartido

-¡Wiiiiiiii! Ups, perdón el escape de tinta ¡ya lo vez, delfín insensible! Te dije que había hablado con el espíritu del Mar y no me creías… Espero que a la princesa sí le creas, mal amigo…

-¿Es verdad eso? ¡caramba, ahora sí vas a estar insoportable, pulpo vanidoso! ¡ja ja ja ja ja ja!

Siguen en un diálogo que es mitad pleito y mitad bromas, como acostumbran. Mizu y la abuela sonríen con ese par de amigos tan simpáticos, y les dejan calmarse un poco.

Falta terminar el mensaje que la adolescente debía darle al pulpo y la abuela tenía mucha curiosidad de saber cuál era.

El pulpo se percata que está siendo descortés ya que todavía tiene visitas en su vistoso jardín, y se acerca ceremonioso, con gran elegancia a ellas.

Maese Ornas

-Me hace feliz recibir ese mensaje, princesa. Muchas gracias por tomarte la molestia de venir hasta mi jardín a decírmelo.

–De nada, Maese, pero eso no es todo lo que debo decirte. Tengo otra petición que hacerte de parte de Padre, es decir del Espíritu del Mar ¿podrías tomarme como tu aprendiz?

La petición

-¿Quieres aprender jardinería oceánica, princesa? Todos menos Mizu tienen cara de confusión, no encuentran mucho sentido a esa solicitud.

-¡Noooo!, Maese Ornaz. Necesito aprender a usar mi espada, ¡Colmillo de Narval!

La abuela tortuga se asombra, y Tirim se sorprende. Por su parte, el octópodo se pone arrogante, pero servicial.

-¡Ah, quieres aprender otro arte, el de la Esgrima!. Será todo un honor tenerla como aprendiz, princesa.

El pulpo se inclina con gracia ante Mizu, que a su vez también inclina la cabeza ligeramente.

-Muchas gracias, Maese. Ahora debo irme a prepararme a recibir mis clases, pero volveré pronto.

-Aquí la esperaré, princesa. Será una magnífica espadachín con mi guía.

-Estoy segura que así será. Tirim, a ti también te veré pronto. Cuídate y saluda al Clan por mí. ¡Nos veremos! Eres un gran guardián, y amigo también

Sorpresivamente Mizu se acerca a Tirim y le da un beso afectuoso de despedida. El delfín se queda quieto por la sorpresa, con los ojos muy abiertos. A los pocos segundos reacciona y se despide.

-Gracias Mizu, será un gusto volver a verte.

La abuela y Mizu entonces se alejan de los dos amigos, A sus espaldas Ornaz se está burlando de la cara de tonto con la que se ha quedado Tirim, y lo baña de tinta.

Tutora y alumna entran al barco hundido, donde se ha quedado guardado el espíritu del verdadero dueño del cuerpo del delfín.

La gran tortuga está muy complacida de ver a su pupila tan diferente de como la dejara hace poco tiempo, insegura y confundida.

-¿Lista, Mizu? Hora de hacer el cambio

-¡lista abuela!

-Cierra los ojos, y sigue el sonido de mi voz.

Mizu obedece y en cuanto escucha el suave murmullo ya tan familiar de la abuela, se concentra en el ritmo y las notas. Es un suave canto que se desliza en el agua cual si fuera una corriente más, fluída y cristalina.

Como si nadara en ella Mizu viaja en ese flujo de sonido tan cómodo y se va relajando mientras el sonido se apaga poco a poco.

De regreso a tierra

Cuando el silencio la rodea, y solo se escucha el rítmico golpeteo de las olas en la playa, Mizu abre los ojos para encontrarse nuevamente en su cama de la gruta de la Ballena Blanca, pero con la diferencia de que no es una pequeña zorrita azul.

!Es una linda adolescente con cola y orejas de zorro!.

Mizu practicando esgrima

El atardecer una vez más va cubriendo el cielo, el juego de luces de los pequeños arcoíris parecen darle la bienvenida y le hacen sonreír.

Empieza a sentirse muy cómoda en su cubil de la playa. Se levanta con un poco de torpeza, estar fuera del agua la hace sentirse muy pesada.

Camina despacio sintiéndose torpe en su nuevo cuerpo, llega hasta la entrada de la cueva en donde la espera un alcatraz.

-Bienvenida de regreso, princesa. La gran Obah está en la playa esperando que la alcance.

-Gracias, iré ahora mismo.

Empieza a caminar en la suave arena blanca y se asombra de lo difícil que es mantener el equilibrio en dos piernas. Un poco más adelante descubre una rama larga y la recoge para apoyarse en ella.

Ese soporte extra le da más confianza para no caerse y avanza un poco más aprisa. Sin embargo, se tarda bastante en llegar junto a la abuela y llega muy cansada.

Nuevo cuerpo, nuevo maestro

-¡Ahhh! ¡Uff! ¡Abuela, qué cansado es caminar en dos pies!… Bajo el mar en el Templo de Turquesa no era tan difícil moverme con este cuerpo…

-Ya te acostumbrarás a él, y a otros muchos… por el momento quédate así para que empieces a habituarte.

-Tengo algunas cosas que decirte. Mizu, sería bueno que uses esto para que tu piel no se queme tanto con el sol, pequeña. Cuando no eres una peluda zorrita azul es mejor usar ropa.

-¿Ropa? ¿Cómo las cosas que usan los humanos para cubrirse?

-Si, los humanos y los guardianes además de algunos más. Busca algo que te guste.

Guardarropa

Baul

En la playa había un gran baúl de madera que posiblemente había sido de humanos. Estaba abierto, y Mizu se asoma dentro con curiosidad.

Había pantalones enormes, camisas de tela ligera, un sombrero de palma tejida adornado con una cinta de seda y flores, un cinturón de piel, dos botas enormes, un chal tejido color blanco, ropa de niño pequeño, unas sandalias con tiras largas para anudarse, una cobija de lana, una capa para lluvia, y finalmente un vestido de flores amarillas y azules.

El diseño de las florecitas le gustó a la adolescente, y recordando a las mujeres que había visto en su viaje por el Brunin para llegar allí se las arregla para ponérselo.

Le queda un poco grande, pero casi es de su medida. No tiene mangas sino unos tirantes y la parte de abajo cae en un amplio corte circular. Tiene una parte rota en el cuerpo, un rombo que deja ver su ombligo. Es de una tela ligera y fresca, que le ayuda a sentirse cómoda con el cálido clima de la playa.

Decide quedarse descalza aunque Chois le ofrece las sandalias, pues no tiene idea de cómo ponerse esas cosas.    

-Listo, ya me cubrí con esta -Ropa-. Me siento un poco rara…

-Te ves muy bien, ¿ves esa cosa blanca que parece red? Se llama chal. Tómalo, podría servirte en las noches frescas. Y también el sombrero con flores, para que no te quemes la cara en el sol. Chois, dale la cinta que está en el rincón de abajo a la derecha.

Chois se mete al baúl y sale un momento después con una larga cinta blanca en sus pinzas. Se la da a Mizu, que la toma con sus dedos y se sorprende de que sea tan suave al tocarla, además brilla un poco con la luz de la luna.

-Ya he hablado con el espíritu del mar, querida niña. Me ha contado de lo que necesitas practicar, y he llamado a alguien que va a ayudarte.

-Yo te seguiré enseñando también, y tus clases con Maese Ornaz te están esperando. Mira, ya ha llegado tu instructor.

De entre las palmeras y plantas que estaban más allá de la arenosa playa sale un pequeño anciano humano.

Sensei

Lleva un sombrero de palma viejo, una camisa blanca de tela ligera con mangas muy amplias, cruzado al frente. Unos pantalones oscuros muy anchos de las piernas y raídos, un cinturón rojo, atado al frente. Bajo el sombrero se asoma un pañuelo azul con diseños blancos, amarrado en la frente.

Su cabello largo y canoso lo lleva sujeto con una cinta en una coleta en la nuca. Tiene barba y bigote largos también. En sus orejas lleva adornos de metal, y sus pies descalzos tienen marcas como de dibujos azules y verdes.

Huele un poco a algo dulce y frutal. Es de piel clara pero bronceada, de pequeños ojos cafés. Su nariz está un poco chueca hacia un lado, y sus cejas son muy grandes, casi tapan sus ojos. Su rostro arrugado sonríe mientras la mira curioso.

-Mizu, te presento a Taro Sensei. Es un náufrago que vive al sur de la gruta y que todavía entiende el lenguaje del corazón, no se ha separado de nosotros como los humanos que viven aquí. Te enseñará a tirar proyectiles para que puedas usar tus Estrellas de Mar.

-Hola Taro. Mizu lo saluda inclinando un poco la cabeza.

-¡Hola niña zorro!. Por favor dirígete a mí como Sensei, quiere decir maestro de donde vengo. Es un gusto conocerte. ¡Nunca había visto una criatura parecida a ti!

-Cuando era niño mi madre me hablaba de las Kitsune pero no creí que fuesen reales. Cuando crees haber visto todo…

La abuela se tranquiliza al notar que el humano se siente sorprendido por Mizu, y percibe que la va a respetar pos sus cualidades de ser parte espíritu elemental. Pero interrumpe al anciano antes de que lo que diga confunda a la adolescente.

Primer peinado

-Taro Sensei, ayuda a Mizu a recoger su cabello como tú. Necesita despejar su cara para entrenar.

-¡Claro, claro!. Dame esa cinta que tienes en la mano, niña. Ahora date vuelta, te recogeré ese lindo cabello azul.

Taro ata la cinta en el cabello de Mizu en un gran moño, al terminar Mizu tiene una coleta que deja su cara limpia de cabello, con un poco de cabello suelto a cada lado.

-Supongo que una mujer haría un mejor trabajo que yo para peinarte, niña, pero soy todo lo que tienes ahora. Vamos, es hora de empezar. He preparado un par de cosas que quiero enseñarte.  

El anciano camina hacia las palmeras seguido por todos, y apenas atravesando una línea de vegetación hay un pequeño claro parecido a un prado, donde Mizu camina con más facilidad gracias a las plantas que impiden a sus pasos hundirse en la suave arena.

En varias palmeras hay tablas de diferentes tamaños con marcas. Al centro hay una mochila de gruesa tela oscura.

Al llegar a ella, el anciano se agacha y saca unas estrellas de metal que brillan un poco a la luz de la luna.  

Armas y precisión

-Mira niña, estas estrellas de metal. Se llaman shuriken.

Shuriken

Con un giro rápido de su mano izquierda, Taro Sensei arroja dos shuriken hasta una tabla a su espalda donde hay dibujada una cara humana. Cada estrella se encaja en un ojo, justo al centro. Mizu se asombra de la habilidad de ese pequeño anciano.

-¡Wooooow! ¡Ese tiro fue perfecto! ¿Cómo puedo hacerlo yo? ¡quiero intentarlo!

-Para poder tener esa precisión necesitas practicar mucho primero. Antes de tocar un Shuriken debes encontrar tu propio enfoque y precisión en tus manos.

-Debes controlar hasta el más pequeño de tus músculos, porque requieres usar todo tu cuerpo. Empezaremos con ejercicios de coordinación. Caminaremos, correremos, subiremos y bajaremos obstáculos, y treparemos algunos lugares.

-Sígueme, no te quedes muy atrás de mí. No voy a esperar por ti niña zorro, ¡apúrate!. Ah, deja ese bastón aquí, no lo uses. Y no te apoyes en las manos para avanzar, sólo para apoyarte si te caes y necesitas levantarte. Ahora debes moverte sólo con las piernas.

Inicia el aprendizaje

Diciendo esto el Sensei Taro empieza a caminar hasta un sendero marcado entre las palmeras, y Mizu se mueve hacia él dejando caer la rama que usara para ayudarse a caminar.

Sus pasos son torpes como los de un bebé que está aprendiendo a equilibrarse y moverse sobre sus pies, y el Sensei simplemente camina delante de ella, pendiente de sus movimientos.

-Tu centro de equilibrio está en tu vientre, niña. En tu caso el peso de esa gran cola peluda de zorro lo pone más adelante que si fueses una humana normal.

-Imagina una línea recta que pasa por tu cabeza, donde se curva tu frente y pasa por dentro de tu nariz, dentro de tu boca, por el frente de tu cuello, entra en tu pecho y sigue hacia abajo por detrás de tu ombligo, para alargarse hasta la arena justo entre tus pies.

 -Esa línea es tu guía para mantenerte enfocada en tu centro. Mueve los pies hacia adelante para avanzar una distancia que no sea incómoda, que tu cuerpo encuentre natural.

-Siente tu cuerpo, deja que los movimientos sean fluidos como el agua, los brazos, las piernas, la cola se balancean. Los hombros giran para ayudar a los brazos. La cadera gira para ayudar a las piernas y la cola a balancearse con tu propio paso.

-Como el ritmo de las olas al entrar a la playa y luego alejarse, los brazos y piernas avanzan hacia adelante y luego retroceden, alternándose uno al otro.

-Tu respiración también se sincroniza, cuando aspiras aire mueves un pié y la mano contraria hacia el frente, cuando sacas el aire la otra mano y el otro pié se adelantan, y retroceden los que estaban al frente.

-Ich, ni, ich ni… uno, dos, uno, dos… es como nadar pero en el aire, no en el agua.

-Te desplazas apoyando tus pies en el suelo, en la tierra, en la arena, en las piedras, en la hierba, en troncos, siente las superficies bajo los pies con tu piel, mueve los dedos para impulsarte, dóblalos.

Ya no estás apoyada sólo en la punta de tus dedos, como cuando eres zorra y tienes cuatro puntos de apoyo. ¡ahora tienes toda la planta de tus pies para sostenerte!

-Uno, dos, uno, dos… concéntrate en seguirme y en sentir tu cuerpo, tu equilibrio, uno, dos, uno, dos, respira, uno, dos, uno, dos…

Mizu se concentra y se esfuerza en ir al paso del anciano maestro, se cae un par de veces y se tropieza cuando se distrae. A veces una piedrecita o una concha le lastima los pies, y se detiene un poco a revisarse.

Para aliviar un poco el dolor su primer impulso es lamerse pero se da cuenta que no solo es difícil sino poco práctico, porque tendría que sentarse en el suelo y perdería mucho tiempo. Así que pasa sus manos sobre la piel de sus plantas para sobar un poco el punto doloroso, y sigue.

Sin notarlo, después de un rato de caminar sobre hierbas (esa parte fue muy cómoda) el camino se va haciendo hacia arriba, y el suelo cambia de texturas.

Cuando deben brincar sobre piedras o troncos caídos Mizu se impulsa con las manos primero, y va aprendiendo a sentir el equilibrio, a sentir su cuerpo al moverse, a no forzar la longitud de los pasos, a balancearse al ritmo, a respirar.

Subir era pesado, pero poco a poco entiende cómo desplazarse con menos esfuerzo. Imitar los movimientos del anciano le ayuda a encontrar sus propios movimientos, y su cola al principio era algo pesada, pero poco a poco su postura se hace más natural y su movimiento termina impulsando sus pasos al fluir con el ritmo.

El Sensei Taro va pendiente de su alumna. Le da indicaciones cuando lo considera oportuno, en cuanto la ve moverse de manera natural cambia el rumbo y la dificultad; para obligarla a enfrentar nuevos retos.

Empezar a desplazarse hacia abajo de la colina (que primero subieron) implica un equilibrio diferente, otra vez empieza a tropezar y caer en tramos complicados. Sus brazos y piernas comienzan a mostrar raspones y moretones.

Entre su cabello lleva hierbas y hojas enredadas, su vestido tiene arena y polvo. En algunos puntos la falda se atora y le hace perder el equilibrio.

Así pasa buen rato en esa marcha tan curiosa. Un anciano por delante, guiando a una joven aprendiz que a veces da tumbos a su paso.

Uno, dos, uno dos, el ritmo sutilmente se va incrementando.

Cuando al fin logran avanzar un tramo largo y complicado sin que Mizu se caiga, el anciano se detiene.

-Alto, niña. Hoy has aprendido a moverte en tu propio cuerpo. Mañana seguiremos trabajando en tu entrenamiento. Hemos terminado por hoy.

-Sigue esa vereda que te llevará a la playa, donde te espera la tortuga y la langosta azul. Come algo, límpiate y descansa. Busca otra ropa, esa te estorba para entrenar. Nos veremos mañana.

-Con una reverencia el anciano se despide, y se aleja en medio del bosque. Mizu camina cansada por el ejercicio, agradeciendo que pudiese avanzar despacio sobre un camino fácil.

En la playa

Chois

Llega donde la abuela tortuga tiene lista una comida de frutas y unos pequeños pececillos. También hay un cuenco con agua limpia.

Esta vez Mizu camina con más habilidad sobre la suave arena. Se sienta junto a la comida, toma el cuenco del agua para tomar unos tragos y se tira el resto sobre la cabeza para sentirse más fresca.

Eso le quita un poco del polvo y las hierbas en su cabello junto con el sudor, pero todavía hay mucho que limpiar.

Toma las frutas y empieza a devorarlas con apetito, sus dulces jugos le van quitando el sabor del polvo que probara en sus tropiezos.

Su vestido tan lindo ha quedado maltrecho y sucio. Hace una pausa para saludar cuando se da cuenta que por el cansancio está siendo muy descortés con su tutora.

-Hola abuela, gracias por la comida. El Sensei me ha traído muy movida y estoy cansada.

-Eso veo, pequeña. Pero has llegado caminando con soltura, muy diferente de arrastrarte con esa rama, como cuando llegaste hace rato. Has aprendido mucho hoy.

-Creo que necesito otra ropa, esta se atora y me hizo caer varias veces. Ya está muy rota.

-Pues solo hay lo que encontraste en ese baúl que sacamos del naufragio, hay que trabajar con lo que tenemos ahí.

Reponiendo fuerzas

Mizu toma uno de los pececillos y lo mordisquea, lo termina y se come todos, uno por uno mientras piensa en silencio. No se ha percatado pero el entrenamiento le ha ayudado a entender espontáneamente cómo usar sus manos y sus dedos para comer con ellos.

Al terminarse toda la comida, se levanta y se quita el vestido a jalones, se desata como puede el cabello y corre al mar. Se da un chapuzón para quitarse la suciedad y relajarse, pero el agua salada le escuece un poco en los raspones y razguños del cuerpo. Eso los limpia y desinfecta también.

La tortuga le recuerda que no debe pasar mucho tiempo dentro del agua pues acaba de comer, y es peligroso. Unos pocos minutos después sale remojada, limpia y fresca.

Nueva ropa de entrenamiento

Regresa hasta el baúl y saca una de las camisas amplias, se la pone para medirla. Las mangas son muy largas, muerde la tela y la desgarra un poco. Tener los colmillos algo más largos que una chica normal le ayudan a hacerlo más sencillo.

Con los dedos abre esos desgarros jalando al mismo tiempo con los dientes, hasta desprender el trozo de la manga y dejarla más corta. Hace lo mismo con la otra para ajustarla al largo de sus brazos, y una le queda un poco más corta que la otra pero dejan libres sus manos.

Sigue buscando en el fondo del baúl y encuentra un par de pantaloncillos cortos para hombre, de tela ligera y clara. Se veían cómodos, y frescos. En la cintura llevan una cuerda para anudarlos y ajustarlos al cuerpo. Se los prueba, y se las arregla para hacerles un nudo y así evitar que se caigan.

La cinta que usó primero en su cabello ahora la amarra a su cintura para ceñirse la amplia camisa, y uno de los pedazos que le quitara a las mangas lo guarda para sustituírla en su peinado. Al terminar, voltea a ver a su abuela y le pregunta.

-¿qué opinas abuela?

 -Te ves cómoda, pequeña. Creo que te servirá para practicar.

-ahora quiero dormir, ¿me puedo ir a la gruta?

-Claro, Chois, acompáñala y regresa por favor.

– si Gran Obah.

MIzu camina en silencio junto a Chois, y al llegar a la entrada de la gruta se despide de él y le agradece para entrar a dormir un rato. Al llegar al manantial se agacha y bebe agua con avidez, ha sudado mucho y la necesita.

Luego se tumba en su cama sintiéndose exhausta, ha entrenado la mitad de la noche con ese pequeño anciano tan exigente. Cierra los ojos y se pierde en el sueño casi al momento.

Descanso en soledad

Sus sueños fluyen al ritmo del entrenamiento, las imágenes de los caminos que recorrió detrás del anciano pasan por su mente. Uno, dos, uno, dos… los latidos de su corazón poco a poco se ralentizan y deja de percibir su mundo.

De repente, un par de ojos brillan al fondo de la gruta, en un rincón obscuro. Un gruñido bajo empieza a vibrar…

Preparaciones

Kat se ha quedado en la cocina de la casa de Mirrowin mientras ella habla con sus visitantes. En el ambiente hay un tono de formalidad, pero a pesar de eso escucha un par de risas disimuladas, como si se sintieran en confianza pero debieran controlar su estado de ánimo.

Se siente nerviosa de no poder ser parte de esa reunión, aunque solo ha durado un rato siente que ha sido una semana por lo menos. Ya ha encendido y apagado la estufa de leña un par de veces, y ha curioseado por todos los anaqueles donde hay cosas guardadas matando el tiempo y tratando de distraerse.

Camina inquieta de un lado al otro, y no sabe qué hacer. Se rasca la cabeza preguntándose lo que hablan afuera con Mirrowin, y en ese momento escucha su nombre desde la sala de la reunión. ¡Al fin puede hablar y preguntar!

-¡Kat! Ven, hay que preparar la ceremonia, pequeña.

-¡Voy Mirrowin!

Sale deprisa hasta donde están reunidos todos, y se sorprende pues hay dos túnicas de piel blancas en medio de ellos, extendidas sobre la esterilla del salón.

Son bonitas, en el cinto (que es muy ancho, como fajilla) lleva unos pequeños dibujos formados con tiras de piel de colores oscuros, y en la parte de los bordes lleva piel con pelo de color, una en gris, la otra rojizo.

También hay unos pedazos de piel curiosos en forma como de vainas, que no supo reconocer de momento, también unos aros pequeños de piel decorados igual que las fajillas, dos para cada túnica. Unas largas y delgadas cintas de piel blanca complementan cada juego.

-Ayúdame a llevar toda esta ropa a tu habitación, por favor. Hay que vestirnos antes de que oscurezca. Caballeros, ustedes pueden vestirse aquí mismo, es el espacio más amplio que puedo ofrecerles para acomodarse.

-Perfecto, será suficiente. Gracias.

Ropa Ritual

-Vamos Kat. Dame una mano.

Las dos mujeres recogen los atuendos enrollando cada túnica sobre sí misma con todos los accesorios dentro (Kat imita a su tutora a hacerlo) y se encaminan a la habitación.

Acomodan sobre la cama de Kat sus paquetes y empiezan a desanudarse el cinto para desvestirse. Mientras la adolescente ayuda a su tutora con lo que no puede hacer con una sola mano, charlan un poco. Bueno, mejor dicho la guardiana responde la andanada de preguntas de su pupila.

-¿qué vamos a hacer ahora?

-Una ceremonia para generar una barrera de invisibilidad alrededor de ti, de Sur Dex y mía. De esa manera, los Orgones no podrán percibirte, podremos continuar con tu aprendizaje con más seguridad.

-¿por qué debemos cambiarnos de ropa?

-Estas túnicas están preparadas especialmente por mi clan para llevar barreras protectoras. Las han hecho con pieles de ciervos albinos, y bordes de lobo y zorro rojo para la tuya.

-Vangisal en persona las ha mandado a hacer desde que supiera de tu nacimiento como Portadora del fuego en el templo de Vusin.

Conociendo a los Guardianes

-¿Quién es Vangisal?

–Es el líder de los hechiceros de mi clan, el mismo que me ha encomendado enseñarte a ti y a tu hermana lo que necesitan saber para desenvolverse como humanas.

– Ferdinthor también responde a sus órdenes, él es Legado Errante, quien lleva la magia y el poder de Vangisal y mi clan a todos los rincones de la Montaña Sagrada.

–Él y sus aprendices a veces se mueven separados de parte en parte del territorio que tenemos que cuidar los guardianes, y a veces como hoy, participan en ceremonias en grupo todos juntos.

– Eso acumula más energía del Pentaciclus en un solo lugar, cada uno de ellos lleva una fuente de poder elemental diferente, por eso son cinco. Juntos son los Guardianes Legados Elementales.

-Ayúdame a ponerme los mocasines de piel en los pies, y las muñequeras. La fajilla la ajustaremos al final. Vamos, que hay que preparar el tinte.  

Kat termina de ayudar a Mirrowin y después se viste rápidamente. Esta nueva túnica le gusta mucho, le ajusta muy bien y se siente muy suave.

Es asombrosamente ligera y flexible para ser piel. Se mueve con mucha libertad, ya que la falda está abierta de ambos costados y no es larga, termina por encima de sus rodillas.

Debajo de las túnicas se han puesto unos pantaloncillos de un tejido ligero y muy confortable, que va ajustado con un cruce al frente, en el vientre.

Los mocasines suben un poco por sus piernas, protegiendo sus pies y pantorrillas. Al terminar Mirrowin toma las cintas largas de piel que no le ha dicho donde deben usarse, y las mete en uno de los mocasines para guardarlas.

-Cepilla un poco tu cabello, y haz lo mismo con el mío, Usa el agua con aceite y perfume como te he enseñado.

-Kat torpemente jala y desenreda su cabello, y hace lo mismo con Mirrowin, que sufre bastante la falta de pericia y delicadeza de la adolescente.

Después de muchas quejas y jalones termina por cepillarse ella misma usando solo una mano. Ambas mujeres salen ya vestidas al salón central, el grupo de guardianes está ocupado y no les pone mucha atención, sin detenerse van a la cocina.

Empieza la magia

-Kat, saca la arcilla, los hongos y las hojas que recogimos hace poco. Es hora de preparar el tinte y la medicina. Mientras yo busco el mortero y los recipientes que vamos a usar.

Ambas mujeres trabajan un rato, Mirrowin muele en un mortero un par de las hojas y las mezcla con poco aceite. Termina con una pasta que huele muy bien, a frescor y hierbas molidas.

Luego pica los hongos y los mezcla con un líquido transparente con olor dulce y ácido, un licor avinagrado que empiezan a absorber los esponjosos trozos de setas.

Mientras van hidratándose toma la arcilla y la coloca en un recipiente de madera redondo y amplio. La moja con una solución de agua donde había hervido flores, que tenía un intenso color rojo-violeta.

La arcilla se convierte en una pasta rojiza de aroma intenso, una combinación de petricor (tierra mojada) y flores con cierta acidez.

Ya preparado todo, lo coloca en tazones de cerámica horneada y pintada de blanco, las hojas restantes las lava con cuidado y las coloca en una charola junto a los tazones, y a un lado pone una ramita larga de bambú que lleva en un extremo una pequeña mota de pelos de lobo (le recuerda la punta de la cola de Sur Dex) atados fuertemente, además de otros bambúes más delgados y afilados en uno de sus extremos.

pincel de Bambú

Los hongos ya drenados se ven algo cocidos por la acidez del vinagre, y ahora se ven color morado con manchas oscuras o. Acompleta la charola con unos trozos pequeños de pan que reservara de la comida que prepararon para los castores.

-Listo, ya podemos empezar. Kat, vamos al salón y trae la charola, por favor.

Sala de ceremonias

Salen de la cocina para encontrar que los visitantes han hecho cambios. Movieron los muebles y sus alforjas a los costados, dejando despejado el centro del salón, donde han extendido una cubierta redonda de un material que Kat no conoce, son unas fibras gruesas pero suaves y esponjosas, entretejidas entre sí. Son de color claro, casi como el color de los huesos secos.

Al centro de esta suave cubierta hay pintada una estrella de cinco picos que está colocada justo debajo del tragaluz, que tiene la misma forma y que deja pasar la tenue luz de la luna.

Alrededor de ellos hay recipientes de metal con agujeros, dentro se ven trozos de algo que se quema despacio y saca un humo blanco que huele oleoso y agradable, pero muy intenso para el olfato sensible de la chica zorro, que estornuda con el picor que le genera ese aroma fuerte y maderoso.

Kat se ha quedado inmóvil viendo todo, hasta que Mirrowin tira de ella suavemente para guiarla al centro de la estrella en el piso. Al llegar uno de los visitantes se acerca para tomar de las manos de la adolescente la charola con los preparados y la comida.

Lazos por descubrir

Por un breve instante cruza su mirada con la de ella, y le sonríe con calidez. Kat ha visto brillar unas llamitas al fondo de esos ojos, y se ha sorprendido de sentirse inexplicablemente unida a ese amable guardián, del que no sabe ni su nombre.

Fuego en la mirada

Mirrowin sigue a su lado, y le pide que se siente en el piso junto a ella. Los cinco guardianes se ven imponentes,  misteriosos con sus largas túnicas blancas, que los cubren de pies a cabeza. Todos llevan tatuajes en el rostro, como su tutora.

Ahora están de pié en la cubierta, cada uno en uno de los picos de la estrella. Uno lleva un pequeño tambor que golpea rítmicamente con la mano. Otro una ocarina formada con un vegetal seco y regordete que Kat no conoce, otro lleva un curioso instrumento de cuerdas, con forma de triángulo que lleva en uno de sus vértices un largo brazo curvo, otro lleva una flauta larga de bambú.

El quinto canta con una voz grave y armoniosa, mientras toma de la charola el cuenco con los trozos de las setas y los pequeños bambúes afilados. Ensarta varios trozos de los hongos en ellos como pequeñas brochetas, y los acomoda de regreso en el bowl .

inicia la ceremonia

La música que interpretan es suave, sutil y profunda a la vez. Produce un estado de ánimo similar al de escuchar la lluvia que cae, o una brisa soplar entre los abetos, haciéndolos susurrar sus propias canciones.

Es el sonido de la naturaleza en notas musicales armoniosas. Todos cantan suavemente, pero con armonías que se complementan en un coro muy masculino y vibrante.

Cuando terminan de interpretar la melodía ritual, dejan los instrumentos y uno de ellos toma el bowl con las brochetas de setas, repartiendo una a cada uno de ellos junto a un trozo de pan remojado en el vinagre que quedaba al fondo, incluso las dos mujeres tienen su porción.

Regresa a su sitio en el pico de la estrella, y a una indicación vocal, comen primero los hongos, luego el pan mojado. Kat imita a Mirrowin para no equivocarse, no le han explicado nada y se limita a participar con cuidado.

Terminan con esa curiosa cena (que a Kat le ha parecido muy ácida y poco agradable, pero no dice nada) y se sientan en el tapete. Siguen con sus cánticos sin hablar pero sorpresivamente la adolescente se adormece y empieza a escuchar una voz en su interior.

llamas viajantes

-Relájate, portadora del fuego. Es hora de que conozcas al Espíritu del Crisol. Sigue la luz y el calor de tu elemento, deja que el guardián del fuego te acompañe en tu camino al cráter de la Montaña.

Déjate llevar por mí, Aldres. Cuando llegues, pide que te deje conocer tu investidura, la necesitas para usarla en tu protección y la de los que te rodean.

Delante de Kat una silueta con túnica se ondea como las llamas de una hoguera, avanzando e iluminando una brecha apenas marcada en la ladera de la montaña.

Suben con la rapidez de un incendio sobre hierba seca de otoño impulsado por el viento. A su paso hay animales que pueden percibirlos, pero ni se asustan ni reaccionan más que con breve curiosidad.  

Suben y suben hasta que solo hay una superficie de cenizas volcánicas, aquí y allá los restos de algunos seres vivos que se cubrieran con lava durante la erupción de la montaña.

Guerrero Ancestral

Entre ellos puede distinguir una silueta grande de un humano, que llevaba muchas cosas y armas con él pero que tampoco pudiera contra la ira del magma de la tierra. Una gran espada, un hacha, un bulto que podría ser una alforja, una forma similar a un escudo y los esqueletos de una montura y su jinete. Curiosamente la montura parecía ser un gran felino.

Poco más arriba encuentran una abertura por donde sale un poco de humo y un brillo rojizo. Se deslizan por allí y se detienen dentro de una gran cámara con grandes rocas que parecen flotar sobre una laguna de lava candente, formando un puente hasta otro espacio en lo profundo de la montaña, oscuro y casi invisible.

Avanzan sin detenerse hasta llegar al otro lado de ese puente, y entonces Aldres se detiene.

Camino en solitario

-Hasta aquí me es permitido acompañarte, Portadora del Fuego. Debes seguir sola hasta el Santuario del Crisol. Sigue el brillo del fuego, aquí esperaré por ti. Solo una recomendación, no te dejes impresionar por lo que percibas estás segura y no puedes sufrir daño alguno. No debes sentir temor. Es

Kat asiente y empieza a avanzar hacia donde le señala su guía. Hay poca luz, y solo alcanza a ver siluetas. En las paredes de roca hay dibujos y formas brillantes que no puede entender. Luego se da cuenta de que camina sobre restos de animales y de otros seres que no conoce, cada vez más grandes.

El camino de los muertos

restos

Entonces encuentra un túnel que está formado con el esqueleto de una criatura similar a una serpiente, pero tan grande que no puede tocar la columna vertebral por encima de su cabeza.

Ondea este túnel casi ingrávido sobre un lago de magma hirviente, y se alarga hasta las profundidades de la Montaña sagrada. Kat está bastante sorprendida con las dimensiones de la criatura que tenía esa estructura ósea en vida, le cuesta trabajo creer que pueda existir. Para alimentarse casi se tragaría completo a Sur Dex como botana…

Ese pensamiento le genera calosfríos, pero recuerda que debe dominar su miedo y sacude la cabeza para cambiar el hilo de sus ideas y no dejarse llevar.

Va caminando en este túnel óseo con prisa, pero también con cuidado. A su alrededor hay vapores que nacen del burbujeante magma, y solo puede ver gracias a la luminiscencia de la roca fundida por debajo de ella, así como el brillo de los dibujos y figuras en las paredes.

Por momentos algunas de esas figuras parecieran moverse, y por momentos pareciera que hay algo por fuera de la osamenta que se desliza como una sombra fugaz, pero enorme. A veces parecieran enormes murciélagos al acecho, volando en su cacería.

Desfile descarnado

Entonces una sensación de ser vigilada por la espalda la hace voltear hacia atrás, y todo es más ominoso. Muchos pares de ojos rojos y brillantes la miran fijamente, el grupo de esqueletos que pasara antes de entrar al cuerpo de la gran serpiente están detrás, esqueletos vacíos pero con cada hueso en su lugar correcto.

Todos los restos de seres grandes y pequeños estaban siguiendo sus pasos, en un nutrido grupo que iba tras ella, silencioso.

-¿Quiénes son ustedes? ¿por qué me siguen?

Nadie responde a su nerviosa pregunta, y se obliga a sí misma a analizar si avanzan mientras ella está inmóvil. No se mueve nadie ni nada en su dirección estando quieta, así que junta en su corazón todo el valor del que es capaz para continuar avanzando y darle la espalda a sus inusuales acompañantes.

-Esto es muy raro, no me gusta este lugar. Pero debo llegar al Templo. Mejor me apuro para acabar antes esto…

Empieza a apurar el paso poco a poco, y su ritmo de avance es imitado por el grupo de esqueletos simultáneamente, Cada vez más deprisa, y el movimiento hace que el esqueleto comience a moverse como puente colgante y a ondear.

El camino donde apoya sus pies son placas óseas largas y delgadas unidas a las costillas, pero los espacios entre costilla y costilla son amplios. Con el ondular del enorme esqueleto, podría poner uno de sus pies en el aire, tropezar y caer.

Cambio de avance

Para evitar perder el equilibrio, Kat instintivamente se pone a cuatro manos y sigue avanzando lo más rápido que puede. Se siente más segura, y aunque se ve curiosa con la postura de un cuadrúpedo (sus piernas largas hacen que su trasero esté mucho más alto que su cabeza), casi corre con la misma habilidad de su cuerpo de Zorro.

Detrás de ella una sinfonía extraña de crujidos y golpecitos que salen de los esqueletos le permiten saber que siguen a su espalda, corriendo a la misma velocidad.

Un lapso de tiempo después (que le ha parecido muy largo pero realmente solo fueron unos cuantos minutos) puede ver el cráneo al extremo del túnel, con la enorme boca abierta, y luz al final.

Se pone a hacer un plan rápido de como cerrar las enormes fauces tras ella para evitar la salida de sus perseguidores, pero de golpe recuerda que no debe sentir miedo.

Desecha la idea pues entiende que es fruto de sus inquietudes al no entender lo que está pasando, sacude la cabeza otra vez y se concentra en avanzar a la salida.

Llamada de angustia

Poco antes de llegar, una voz le pide que se detenga, que no se acerque a la luz porque eso haría que nunca volviera a verla. Esa voz era Mizu, gritando y llorando con angustia.

–¡Regresa Kah! ¡Ayúdame, no te vayas! ¡Kah, te necesito ahora! ¡Auxilio, me atacan los orgones! ¡Kah!

Esos llamados realmente la alarman, le hacen dudar y analiza rápidamente si responder a ellos, pero casi al instante se da cuenta que es su miedo a perder a Mizu el que quiere dominarla.

Sacude la cabeza con fuerza, no debe escuchar eso, debe seguir sin importar nada más.

-Ya casi llego, solo un poco más…

A su alrededor empieza a escuchar aullidos y rugidos de bestias enormes, las sombras y las figuras de las paredes crecen visiblemente, y parecen monstruos gigantes que se reúnen en la salida del túnel, esperando que salga para atacarla.

Al Acecho

Jadeos, gruñidos, arañazos, golpes… en su olfato percibe los olores de los cazadores, de la adrenalina, de la agresión. –No tengo miedo, no tengo miedo…

En el caos que la rodea solo se concentra en avanzar a toda velocidad, y de un salto sale del túnel hacia la fuente de luz delante suyo, a la defensiva por si la atacan.

Para su tranquilidad no hay nadie esperando, sólo encuentra silencio al salir. ¡Las bestias gigantes solo eran ilusiones!.

Lava

Entonces puede ver un gran portal triangular que está cubierto por una gruesa capa de magma ardiente.

Le recuerda un poco la cascada del refugio donde se ocultara con Sur Dex y Mirrowin.  

Se acerca y puede sentir el intenso calor que despide esa cortina ardiente. Arroja una piedra hacia el portal, y se vaporiza chirriando apenas toca el magma.

Casi puede jurar que en ese magma distingue algunas siluetas de criaturas, que la miran con ojos intensos y brillantes. Es tan fuerte el calor que la empuja hacia atrás.

Una voz dentro de ella le habla. Es la voz más potente que ha podido percibir.

 –Has logrado llegar hasta aquí, sólo te falta superar una prueba más. Atraviesa el portal y llegarás a mí, Portadora del Fuego.

Kat está un poco indecisa, nunca se ha enfrentado a tanto material ígneo y el instinto de conservación le dice que seguro morirá calcinada si toca el magma. ¿es lo último que hará? ¿Se desvanecerá sin dejar ni cenizas como la piedra?

Se aleja un poco del portal analizando las circunstancias. Ella ha prendido fuego con sus manos, pero no se ha enfrentado a nada parecido.

Se acerca al portal y una gotita de magma brinca hasta su pié, ¡le causa mucho dolor! El magma la quema inmediatamente.

Pero no solo la quema, por su carácter tan temperamental la hace enfurecer. ¡qué espíritu tan cruel, que la obliga a pasar esas pruebas y le pide que muera calcinada! Se para con los puños extendidos hacia arriba, y…

Furia ardiente

-¡¡¡AHHHHHHHHHH!!!

¡De su garganta surge un grito de enojo y frustración! El miedo a morir se va en ese momento, y justo entonces sus manos se encienden y son bolas de fuego, se acerca al portal y mete la mano izquierda, que recibe de golpe al magma pero no recibe daño alguno.

Entonces entiende que esa es la manera de atravesar la cascada.

Se para frente al portal, cierra los ojos y se concentra en sus manos llenas de llamas, imagina que esas llamas se extienden poco a poco por todo su cuerpo hasta que la cubre de pies a cabeza y abre los ojos.

Ahora puede ver que está totalmente cubierta de llamas rojas y vivaces, ella no puede verse a sí misma, pero de sus ojos brotan flamas de un brillo intenso, y su cola ya no existe como tal, es una gran llama ondulante. Es como si fuese una braza encendida con su figura.

Poder del fuego

En ese momento se siente capaz de atravesar caminando esa cascada de magma, y se dirige rápidamente al portal, al correr las llamas de su cuerpo crecen de tamaño, y como un bólido de fuego se abre paso en esa cortina de piedras fundidas.

En tan sólo un segundo su vista se aclara y su percepción cambia, una brillante luz se abre paso ante sus ojos y por un instante la deslumbra.

¡Estaba del otro lado del portal!

Por Gabby

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