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Kah

Después de la ceremonia de bienvenida, Sir Dib se acerca a Kah y le pide que lo siga nuevamente. Detrás de él y dentro de la montaña hay una gran cueva, pero la entrada es pequeña y está algo oculta por arbustos. Lo guía a través de ese hueco en la roca y dentro puede ver que hay un espacio muy grande. Desde fuera no parece que pueda existir una gruta tan grande dentro de la montaña, parece truculento o mágico. – ¡Es tan amplio que aquí cabe toda la pradera del Gran Sabio!- piensa Kah haciendo un cálculo rápido. La oscura roca que los rodea está cubierta en partes de un musgo gris verdoso, que brilla un poco y que forma intrincados dibujos en las paredes, dándole un aspecto más peculiar todavía.

El piso es de una tierra gris, fina y suave. Kah no lo sabe, pero es ceniza volcánica. El aire se siente tibio y huele a humo, y a algo ligeramente desagradable. Como a huevos podridos, piensa Kah. Captar este olor era curioso para el cachorro, porque aunque al inicio no le gustó, después de unos momentos sintió que era interesante y hasta algo sabroso, como el olor de un animal (un gusano gordo y peludo a la orilla del río) que se había zampado y que luego supo que era un poco ponzoñoso, pero ese mismo veneno que saboreó lo hizo algo picante.

Kah

Kah aprendería que ese olor se relaciona mucho con el fuego de la montaña y después se habituaría a buscarlo en el aire, pues los ambientes que lo tenían le darían fuerza a su control elemental. Pero por el momento solo quería comer algo y descansar un poco, ya eran demasiadas novedades para tan poco tiempo.

Sir Dib lo guía a un rincón a la derecha de la cueva, protegido por unas estalactitas gruesas y unidas que se había formado junto al muro rocoso de la caverna, formando una saliente similar a un muro que bloqueaba y desviaba el viento que entraba en la caverna por el hueco de acceso, con un silbido suave y ululante. Esa corriente de viento le daban su nombre a la caverna. Allí en ese espacio protegido estaba el cubil principal de la manada.

En la superficie del suelo y sobre la ceniza, los lobos habían puesto tiras de pieles de los animales que habían cazado para comer. Eso formaba montoncitos de aspecto cálido y suave donde se antojaba tumbarse a descansar. En medio de ellos había una especie de cavidad en una roca plana donde caía sin parar una gota de agua rítmicamente, tic, tic, tic, desde una gran estalactita en forma de cono alargado.

Un charquito de agua limpia llenaba la cavidad y proporcionaba un buen suministro para tomar de ella sin tener que salir. Junto a esta filtración de agua había otra roca plana donde encontró un gran trozo de carne fresca de algún animal que de momento no reconoció, pero se veía tan sabrosa que empezó a salivar. Sir Dib lo notó, y con un giro de su gran cabeza le indica que puede comerlo ¡al fin podía llenar la panza!

De un brinco Kah se apodera del trozo de carne y literalmente lo devora rápidamente. La ceniza volcánica que se le había pegado en algunos trozos le dieron un inusual sabor que le gustó mucho, salado y un poco picante. Después de comer le da unos lengüetazos al charco de agua limpia y el sueño le empieza a cerrar los ojos sin que pueda resistirse. Se tumba y se queda dormido junto al charco de agua.

Mon Ger en ese momento entra a la caverna y encuentra al cachorro dormido en la roca, exhausto del viaje y con la barriga abultada. Cruza una mirada con Sir Dib y se acerca con suavidad a Kah. Como si fuera su cachorro, lo levanta del cuello y lo coloca sobre un montoncito de tiras de piel que preparó para su llegada.

Es asombroso como puede cargarlo como si nada, a pesar de que Kah ya casi tiene el tamaño de un adulto. Así de grande y fuerte es Mon Ger, casi del mismo tamaño y peso que su pareja, pero con suaves curvas y estilizada al ser hembra. Ella es la Alfa de la manada, y se nota al primer vistazo.

Cuando Kah siente la mullida y cálida cama se acomoda entre suaves quejidos de satisfacción.  -Buenas noches Mizu, hasta mañana Egly. -dice sin abrir los ojos. Después de esto, se sumerge en sus sueños sin preocuparse de nada. ¡Cuando tiene la panza llena, su mundo es perfecto!.

Kah

El Clan del Espíritu del Lobo.

 El cachorro duerme varias horas de un tirón, el viaje le ha dejado sin energías y las repone a pierna suelta. No se percata que alrededor suyo, la manada se mueve y trabaja en su rutina, y poco después se acomoda alrededor suyo para dormir también. La manada es nocturna, la noche cobija sus movimientos para cazar y cuidar sus territorios.

Poco antes del atardecer, la vida regresa a la caverna. Algunos miembros de la manada se han levantado ya y han empezado a prepararse para hacer sus rondas nocturnas. La manada se divide para trabajar en equipos bien definidos, uno de cacería, uno de vigilancia, otro de guardia en la caverna.

Los cazadores son los más astutos y fuertes. Algunos jóvenes los acompañan para aprender a rastrear y a encontrar a sus presas, así como a reconocer los límites de sus cotos de caza. Sir Dib es el líder de este equipo en forma habitual, aunque a veces le cede el lugar a otros si tiene alguna otra cosa que resolver, como cuando fue a recoger al príncipe a la pradera del Durazno Ancestral.

Los vigilantes son los más sagaces y pacientes. Minuciosos recorren y se cercioran de los olores de cada rincón de su territorio, para detectar a probables invasores o peligros. En estos recorridos también hacen recuento de las manadas de los otros animales, y verifican que el equilibrio del lugar esté bien. Son muy importantes para tener al día la información necesaria para la supervivencia de la manada. El Líder de este equipo es un gran lobo gris al que llaman Ser Dat.

Los guardias de la caverna son los que crían a los cachorros y resguardan su cubil de cualquier intruso. También se encargan de cuidar a los ancianos y a los enfermos del clan y de pasar el conocimiento necesario a las nuevas generaciones. Entre ellos debe haber por lo menos dos individuos jóvenes y fuertes en caso de requerirse defensa física del lugar. El equipo guardián de la caverna tiene como líder a Mon Ger.

Y en cada manada hay un cuarto equipo, formado por miembros de los tres equipos anteriores. Este equipo es el encargado de resguardar el conocimiento, de invocar pidiendo apoyo a los Espíritus del Bosque, de reportar al Gran Sabio y tomar las decisiones más importantes del Clan. Este es el equipo de los Legados.

El Legado Alfa es el único que puede comunicarse con los seres materiales e inmateriales de los demás clanes de la Montaña Sagrada. Por lo general es un anciano o una anciana de la manada. Del clan de la Caverna del Viento ese cargo lo ocupa una hembra gris plateada, de pecho blanco. Su nombre es Mit Jay. Es la madre de Mon Ger y dentro y fuera de la Cueva es respetada como se respeta a la Sacerdotisa del Templo de Vusin .

A esta complicada organización en la Montaña Sagrada se la conoce como El Clan del Espíritu del Lobo, Guardianes de la Caverna del Viento. Es uno de los clanes más viejos de todos los que existen en la montaña. Y aunque Kah no lo sabía, fueron los primeros en ofrecer sus enseñanzas para él en cuanto llegó a la pradera del Durazno Ancestral, a su regreso con Egly y Mizu del Templo de Vusin.

Mit Jay, la Legado Alfa

Cuando al fín pudo abrir los ojos, Kah se dio cuenta que había mucho movimiento a su alrededor y que cerca de él estaba sentada una gran loba plateada, con aire sereno.  El cachorro todavía no sabía quién era ella pero pudo sentir la fuerza de su presencia y le dio la impresión de que ya la había visto antes, pero no supo precisar cuándo ni cómo.

Entonces se levanta y se estira mientras bosteza ampliamente con un ruidito tierno. Estaba habituado a sentirse cómodo en cualquier espacio y esta caverna tenía algo que lo hacía sentirse a sus anchas.

Entonces la loba plateada se acerca a un paso de Kah y lo mira de frente. Sus ojos son color violeta y brillan como estrellas. Al cuello lleva una tira de piel obscura, de la que cuelgan tres colmillos grandes que están metidos en respectivos huecos en ella. A su oreja derecha le falta un pedacito. Cojea un poco al caminar.

-Ahora te veo, Kah, protegido del templo de Vusin. Mi nombre es Mit Jay y soy Legado Alfa del Clan de la Caverna del Viento. La primera parte de tu aprendizaje y tu iniciación es mi responsabilidad.

La loba se presenta ante Kah con una ligera inclinación de cabeza, y luego es queda en silencio frente a él para permitirle hablar. Entonces Kah hace un rápido recuento mental de cómo se supone que debe saludar correctamente y responde

-Ahora te veo, Mit Jay. Mi corazón te agradece.

Mit Jay se levanta y hace un gesto que Kah ya conoce bien, pues Sir Dib lo hizo el día anterior varias veces para guiarlo en su viaje. Entonces sigue en silencio a esa anciana loba que va caminando. Esperaba salir de la caverna, pero se dirigen más adentro de ella en su lugar.

El resto del Clan van y vienen a su alrededor, Kah se da cuenta que la mayor parte de ellos sale al exterior y que solo se quedan todos los cachorros pequeños y dos hembras ya mayores para vigilarlos.

De momento supone que se ha quedado dentro como otro cachorro también con una hembra mayor y se incomoda pensando que lo están protegiendo, y la idea le desagrada mucho. Piensa en decir algo pero Mit Jay sigue avanzando delante de él sin detenerse ni poner atención en su desencantado pupilo. Sin siquiera voltear le dice.

-Te voy a mostrar con más tiempo todos los rincones de la Caverna, Kah. Necesitas conocer el terreno que pisas en todas las circunstancias de tu vida. No te distraigas pensando cosas de cachorro. Tú ya dejaste de serlo cuando lograste llegar hasta aquí por tu propio pie. Ese viaje que hiciste ha sido tu primera prueba. Y la pasaste sin problemas además.

Kah se apena un poco al saberse descubierto en sus prejuicios aunque no los externara, y a partir de ese momento hizo dos cosas. Fijarse en dónde estaba con cuidado, y poner mucha atención a sus pensamientos cuando estaba con su nueva maestra.

La caverna era un lugar complejo y tenía muchas cosas muy interesantes que descubrir para la curiosidad de Kah. Los olores que flotaban en el aire eran interesantes, el olor del clan impregnaba todo pero además estaban los aromas de otras criaturas y de los elementos que nacían desde el fuego de la montaña. No era un lugar fácil de entender, había pequeños huecos que además dejaban entrar brisas hacia adentro con otros olores diferentes.

Además la bóveda que cubría la caverna tenía un rincon lleno de pequeñas estalactitas cubiertas de murciélagos, que volaban y se arremolinaban en un hueco a lo alto por donde salían y entraban a su territorio.  Afortunadamente el viento que entraba en la caverna por la entrada que Kah conocía; salía por ese hueco a lo alto de la caverna llevándose con él los olores desagradables de esos inquilinos voladores y se podía respirar casi sin percibir su fuerte y acre aroma.

Las Pozas de la Huella Gigante

Dentro de la caverna había dos tipos diferentes de filtraciones de agua, una era como la que goteaba en el cubil del clan, limpia, con algunos minerales y fría por filtrarse en la roca porosa. Su sabor era muy agradable. La otra era la de las pozas cálidas que Kah pudo conocer esa noche. Las aguas termales que estaban en diferentes puntos de la montaña iniciaban en la base pero con las presiones del vapor subía y se formaban algunas filtraciones en puntos altos como en la caverna. Kah pudo sentir cómo se caldeaba el ambiente al acercarse, y Mit Jay se detiene en un cierto lugar donde se podía sentir una fuente de vapor en la superficie.

-Aquí empieza tu iniciación, príncipe. Es necesario que te limpies del viaje y te llenes del calor de las Pozas de la Huella Gigante. Se dice que se formaron cuando el Gran Espíritu del Lobo puso aquí su pata para marcar este lugar bajo la protección de su Clan.

Kah de momento no entiende qué está diciendo su maestra, pero al acercarse ve que en el suelo hay una enorme huella de lobo llena de aguas lechosas y de tintes azulosos, desde donde humea el vapor que huele a huevo podrido que pudo oler en la cueva cuando entró horas antes. Esas aguas tenían gran cantidad de minerales pero principalmente un elemento diluído que los humanos conocían como Azufre, que les daba su color y olor particular.

Su tutora le indica que se sumerja en la más grande y profunda. Kah pega un brinco sin temor ya que desde muy pequeño aprendió a nadar en el Templo de Vusin. La calidez del agua lo conforta y da un par de volteretas jugueteando. Aprovecha para nadar vigorosamente y dejar que el agua limpie los trocitos de arcilla que todavía quedaban entre su pelambre por las caídas de su viaje. No se da cuenta que mientras quita la tierra, se impregna de los minerales y del azufre que hay en el agua.

Un ratito después, Mit Jay le pide que salga del agua. Un poco decepcionado Kah se acerca a la orilla y le pregunta .

-¿Puedo quedarme un rato más? Es muy agradable esta agua apestosa. Está calientita.

-Ya sé que te gusta, pero no has venido a jugar, sino a limpiarte del viaje y a llenarte de esencias para tu iniciación. Es hora de salir.

Refunfuñando, Kah sale de la poza y se sacude. –No puedo contradecir a alguien que es tan grande, ni pensar en intentarlo tampoco-. Se arrepiente en ese momento al recordar que su maestra puede percibir sus ideas y pensamientos. Como confirmación la voz de Mit Jay lo interrumpe.

-Deja de quejarte, que el tiempo corre. Ya casi es hora de tu encuentro con el Espíritu del Lobo.

Terminando de decir esto, empieza a caminar alejándose de las pozas de aguas azufradas. Kah la sigue, todavía un poco frustrado por no poder disfrutar de esas aguas tan curiosas más tiempo. -Ya me escaparé cuando se descuide y vendré por mi cuenta… – Empieza a pensar cuando la voz de Mit Jay lo interrumpe

-No lo intentes, príncipe. Nadie puede escapar a mi vigilancia. Y un intento de desobediencia tendrá consecuencias para ti.

-Al saberse pillado en sus planes, Kah se apena un poco y recuerda de golpe que debe vigilar todos sus pensamientos. Se enoja consigo mismo por olvidarlo tan rápido y empieza a tomar conciencia del lugar a donde se dirigen por la alta luminosidad que empieza a rodearlos.

Por un momento se confunde al pensar que están saliendo de la caverna y es la luz del día, pero recuerda que debe ser noche cerrada por la hora. Entonces puede ver con más claridad que la luz sale de todas partes, han entrado a una especie de recámara más allá de las pozas, donde las paredes tienen una gran cantidad de esas plantas o líquenes que tienen el suave brillo pero aquí es azul, no verdoso y es más intenso además.

El lugar no es más grande que el cubil donde ha descansado. Al centro hay otros dos lobos sentados, esperando por ellos. Kah reconoce a Sir Dib y a Mon Ger y los saluda inclinando la cabeza. Un trueno suena, retumbando dentro de la caverna y Kah se sobresalta.

-Es hora ya de tu iniciación, Kah. Por favor come lo que hemos preparado para ti.

 Le pide Mit Jay, mientras le acerca un pequeño sapo muerto. El sapo tiene manchas naranjas, amarillas y rojas en su lomo. Egly le había advertido que los animales muy coloridos podrían ser peligrosos de comer y Kah se pone nervioso con esa solicitud.

-Confía en nosotros, comer esta presa no te matará, pero te hará encontrar la puerta a la tierra del Espíritu del Lobo. Ya te espera para hablar contigo.

Kah no encuentra una manera de salir bien librado si se niega, y de un bocado engulle aquella presa tan sospechosa. Su sabor no es desagradable, es algo picante. Suena otro trueno y Kah ya no se sobresalta, pues ha empezado a sentirse muy relajado. Una tibieza nace en su interior, y lo va llenando poco a poco. La luz de los musgos empieza a verse de diferentes colores a su alrededor.

El Espíritu del Lobo.

Empieza a buscar con la vista a los tres lobos que lo acompañaban, pero solo encuentra siluetas. Primero las de los lobos, luego reconoce a Mizu, y a Egly. Y la gran tortuga con la que se fue también estaba ahí. Y un bicho pequeño con muchas patas estaba con ellos. Luego pudo ver pájaros, y ardillas, y conejos, y ciervos, y lagartijas. Sapos, mariposas, gusanos, serpientes, puerco espines, osos, tigres, y más animales terrestres que no conocía.

Todos iban acercándose poco a poco a donde estaba él, formando una gran silueta que iba creciendo sin forma. No podía pensar en nada, su cabeza le daba vueltas. En el momento que se percató que frente a él la silueta ahora tenía la forma de un lobo del tamaño de un árbol, toma conciencia otra vez de su entorno y todo lo demás pareció detenerse de golpe.

 -Te estaba esperando, Kah, portador del fuego. Has crecido muy bien.

La voz en su cabeza era increíblemente profunda y fuerte. Quiso responder, pero no pudo. Levantó su cara y distinguió los ojos de ese enorme lobo brillando como dos luces en medio de la oscuridad.

La primera transformación.

Entonces se percata de que puede verse desde afuera de su cuerpo y ya no es un cachorro de zorro, sino es una joven mujer. Y además hay mucha luz cerca de ella, pues a cada lado hay unas llamas flotando en el aire. Esa luz le permite verse y reconocer su cuerpo a detalle. ¡Había pasado tanto tiempo como Zorro, que ya había olvidado que también tenía ese otro cuerpo!.

La voz del Espíritu del Lobo le habla nuevamente.

-Solo debes concentrarte en recordarte con esa otra piel para que puedas meterte dentro de ella, y al recordar tu piel de zorro serás zorro nuevamente. Es un proceso que al principio será complicado, pero con práctica dominarás fácilmente. Intenta regresar a Zorro.

Kah hace introspección para introducir su conciencia en su cuerpo de mujer y luego de hacerlo se concentra en el cuerpo del zorro, lo cual lleva a que cambie instantáneamente. Como si fuera un juego, luego vuelve a cambiar a cuerpo de mujer. No le parece complicado.

-Lo que ahora te parece sencillo en mi territorio, no lo será tanto en el tuyo. Solo recuerda que tienes esta posibilidad y practica con ella. Tu baño en el agua cálida te ha cubierto de minerales que te protegen, pero sin tu piedra de poder, no debes alejarte tú solo de la Caverna del Viento. Estás aquí para aprender quién eres y lo que puedes hacer. Eres bienvenido.

Kah se cansa de jugar, y deja de cambiar de cuerpos. Pensativo le pregunta al Espíritu si Mizu también puede cambiar a mujer como él.

-Mizu también aprenderá sus lecciones, y recordará que ha nacido con esa opción de transformarse así como tú haz hecho. Pero no debes preocuparte por lo que ella puede o no hacer, sino por tu propia enseñanza.

En ese momento, los ojos del Espíritu del Lobo empezaron a brillar intensamente. Kah se da cuenta que la luz crece y lo ciega momentáneamente, cuando logra volver a ver hay mucha agua y una franja de arena blanca. Ve a la gran tortuga y a Mizu, en la orilla de la playa. La llama con un grito y ella gira su cabeza hacia él, pero solo un instante y regresa a su charla con la tortuga, que a pesar de tener su atención en la bonita cachorra azul le habla a Kah dentro de su cabeza.

-Kah, ella no puede verte. Todavía no está lista para entender la existencia de lo inmaterial. Es muy pronto. Espera a que la prepare. Saludos, Portador del Fuego.

Kah se siente arrastrado por el viento y de repente empieza a caer. La voz del Espíritu del Lobo se despide sonando en su cabeza.

-Practica tu transformación, portador del fuego. Te he llevado un momento a ver a Mizu. Todo está bien, mas adelante podrán reunirse. Ahora despierta hasta que vuelva a llamarte a mi territorio. Te estaré observando.

Cuando se hizo el silencio en su cabeza, ya no pudo ver nada más. Todo estaba oscuro y callado. Entonces un estruendoso sonido lo hace despertar sobresaltado, era un trueno pues afuera de la caverna seguía la tormenta, había un fuerte chubasco de verano.

Sentía la cabeza pesada y se movía con dificultad. Por un momento pensó que había soñado todo. Se levanta torpemente y se da cuenta que su cuerpo es de mujer joven, no de zorro.

Kah

Ahí entiende que su primera lección no ha sido un sueño…

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Por Gabby

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